20 septiembre | Jóvenes
«Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero aquel a quien se le perdona poco, poco ama» (Luc. 7: 47-48).
El perdón es la actitud más importante para el buen funcionamiento de las relaciones humanas. Quienes están casados lo saben, ya que prácticamente no pasa un día o una semana sin tener que pedir u ofrecer perdón. Toda relación saludable está coronada por un espíritu perdonador. Cuando florece el milagro del perdón, incluso las relaciones rotas se restauran.
Existen dos formas básicas de perdón: activo y pasivo. El perdón activo ocurre cuando perdonamos a alguien que nos ha hecho daño. En mi experiencia, por ejemplo, decidí perdonar a mi padre por haber abandonado a mi familia cuando éramos niños. Lo hice porque entendí que era lo mejor para tener paz con Dios y conmigo mismo. La decisión de perdonar a quien nos ha herido es un acto de valentía, motivado por el regalo del perdón recibido. No permitas que la falta de perdón te robe la paz ni un segundo más. ¡Decide ser feliz!
El perdón pasivo, por otro lado, es recibir el perdón de alguien a quien hemos herido o lastimado, después de haber pedido perdón y reparado nuestras ofensas. Muchas personas no pueden perdonarse a sí mismas y, consecuentemente, no pueden experimentar la gracia y el amor perdonador de Dios. Viven en penitencia permanente frente a Dios y a los demás. Asocian cada problema o dificultad que enfrentan con la culpa pasada.
Es hermosa la historia de la mujer pecadora que ungió los pies de Jesús con lágrimas y perfume. De ella podemos aprender una lección muy importante sobre el perdón. Jesús fue invitado a cenar en la casa de Simón, un fariseo arrogante. Cuando la mujer entró en escena, Simón sentenció: «¡Es una pecadora!». Ella no dijo nada, no pidió nada, pero recibió todo. Su corazón se derretía de amor y gratitud hacia Jesús. Todo perdón genera amor a uno mismo, a Dios y a los demás. Experimenta esto en tu vida. Puedo decirte con propiedad que vivirlo plenamente es liberador y genera felicidad real.