21 septiembre | Jóvenes

Ofrece ayuda

«Tened vuestra cintura ceñida y vuestras lámparas encendidas» (Luc. 12: 35). 

No hay nada peor que ser la persona equivocada en el lugar equivocado y además tomar la decisión equivocada. ¿Alguna vez has experimentado algo así? ¿Quién no ha pasado por eso? Si ser la persona equivocada en el lugar equivocado y en el momento equivocado es una posibilidad real, lo contrario también lo es. Hay ocasiones en las que puedes ser la persona correcta, en el lugar correcto, con la oportunidad de hacer lo correcto. Observa lo que sucedió en julio de 1989 en el vuelo 232 de United Airlines.

En ese día, había 296 pasajeros a bordo. El trayecto entre Denver y Filadelfia, en Estados Unidos, lo realizaba un trimotor McDonnell Douglas, DC-10-10. Aunque esta era una de las aeronaves más seguras de la época, de repente perdió los tres sistemas hidráulicos en pleno vuelo, quedando completamente fuera de control. Mientras la azafata intentaba recoger apresuradamente los restos del servicio de a bordo, alguien notó que estaba demasiado tensa y trató de calmarla diciendo: «¡No te preocupes! Este avión puede volar, con solo dos motores, hasta el aeropuerto más cercano». Entonces, temblorosa, susurró al oído del pasajero: «Pero hemos perdido todo el sistema hidráulico». Una alerta se encendió en la mente de ese hombre. Era nada menos que Dennis Fitch, un experto en DC-10. Conocía bien ese modelo de avión. Fitch ofreció ayuda y pronto fue llevado a la cabina. Con su apoyo, los pilotos lograron controlar la nave hasta llegar al aeropuerto más cercano. ¡No fue fácil! Hicieron un aterrizaje de alto riesgo. En el impacto, 111 personas perdieron la vida. Sin embargo, 185 fueron salvadas, en lo que muchos consideraban una misión imposible.

A veces pensamos que somos simples pasajeros, viajando por la vida, en un vuelo cualquiera. Quizás creas que solo eres un estudiante, empleado, asistente, tripulante o cualquier cosa. Pero no te equivoques. ¡La «suerte» no existe! Y las personas insignificantes tampoco. Seguramente, Dios nos permite estar en muchos lugares y en ocasiones específicas para marcar la diferencia y salvar vidas. Puedes ser la persona correcta, en el lugar correcto y en el momento oportuno ahí donde estás. Solo necesitas estar preparado, dispuesto a servir y dejar que la luz de Jesús brille a través de ti. Por lo tanto, si hay problemas a tu alrededor, no dudes. ¡Deja que Dios te use! ¡Ofrece ayuda!