27 enero | Jóvenes
«Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da» (Éxo. 20: 12).
«Madre». Una de tantas palabras del vocabulario de nuestro idioma que, sin embargo, trasciende a las demás en belleza y significado. Es como el símbolo de la bondad; el resumen de una oración; la esencia del amor entre los mortales.
Compañeras de los ángeles, las madres son reinas sin coronas, heroínas sin capa y expertas sin diploma. En todos los rincones del planeta, viven la constante aventura de tener el corazón latiendo fuera del pecho. Muchas de ellas son capaces de dar la vida por sus hijos.
¿Has devuelto todo el esfuerzo de tu madre? ¿Le has regalado flores y le has dicho cuánto la amas? El Talmud dice que, por más que una persona honre a sus padres, nunca será suficiente. Ningún regalo o acción alcanzará la altura de ese amor tan abnegado. Por eso la honra requerida en el quinto mandamiento abarca no solo la obediencia en la infancia, sino también el cuidado a los padres durante la vejez.
Hoy quiero desafiarte a sorprender a tu madre con «honra». Compra un regalo, dale un abrazo apretado y expresa todo tu amor por ella. Hazlo mientras tienes la oportunidad. Recuerda que ella ya ha hecho mucho por ti.
Hace algunos años, presencié una de las escenas más conmovedoras en mi ministerio. En una tarde lluviosa de lunes, fui al cementerio de la ciudad para celebrar el funeral de un joven de treinta años. Había contraído meningitis a los nueve meses de edad, lo que le causó graves lesiones cerebrales y motrices. Durante su vida, el joven no hablaba, no movía las extremidades y dependía de su madre para todo. En el funeral, bajo una intensa lluvia, estaba esa madre, inconsolable, derramando lágrimas de tristeza por su querido hijo.
Cuando bajaron el ataúd, la madre tuvo una reacción instintiva. Desesperada, hizo un movimiento brusco hacia la tumba, con la intención de acompañar a su hijo en ese hoyo lleno de barro. Si no fuera por los familiares que la sostenían, habría ocurrido otra tragedia esa tarde. Allí entendí un poco más las palabras de Salomón: «El amor es tan fuerte como la muerte» (Cant. 8: 6).
Sea hoy el Día de la Madre o no, haz algo especial por ella, ya que merece toda tu honra.