28 septiembre | Jóvenes
«Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren» (Juan 4: 24).
La era digital, también conocida como la Tercera Revolución Industrial, llegó para transformar nuestra forma de ser, pensar, comunicarnos, trabajar y, por qué no, de adorar. Todo se volvió más fácil, accesible y rápido, incluso para la práctica religiosa. Con la intención de acortar distancias y facilitar procesos, la era de la información ha diluido nuestra experiencia con Dios y tercerizado la experiencia de la adoración. Voy a explicarlo con algunos ejemplos.
Hace algunos años, cuando íbamos a la iglesia, llevábamos la Biblia, el himnario y la lección de la escuela sabática. Mientras el pastor predicaba, subrayábamos los textos bíblicos y escribíamos nuestras impresiones personales. Además, al frente de la iglesia, había un piano u otro instrumento musical, tocados por «héroes» que usaban partituras. Actualmente, en muchas iglesias, ya no hay Biblia, piano, músico, y quien canta es la grabación que sale por los altavoces.
Hoy, con el fácil acceso a las plataformas digitales, llenamos nuestro tiempo con canciones cristianas y predicaciones que nos hacen reír y llorar. Sin embargo, nuestra adoración nunca ha sido tan superficial y nuestra experiencia con Dios, tan frágil. Estamos enganchados a la «comida rápida (fast food) espiritual», en lugar de sumergirnos en la Palabra de Dios en busca de saciedad. Tenemos un exceso de información, pero nos falta sabiduría. Parece que estamos llenos, pero en realidad, estamos vacíos.
No estoy en contra del uso de la tecnología, incluso en la iglesia. Sin embargo, es preocupante ver a personas que utilizan las redes sociales u otras aplicaciones en el momento de la adoración. Así como algunas empresas no permiten el uso incorrecto de Internet durante las horas de trabajo, deberíamos evitar esas distracciones en la iglesia.
Dios quiere que nuestra experiencia con él sea real, plena y verdadera. ¡Cuidado de no ser un creyente virtual! El mundo ya está lleno de falacias y noticias falsas. No cambies la convivencia con los hermanos por una pantalla. No sustituyas tus momentos de comunión por emojis. Si alguien te pide que ores, ¡entonces ora! Recuerda que los emojis no oran. Los playbacks no alaban. Los teléfonos no dicen «amén». Dios quiere que seas un adorador de verdad y de corazón.