4 octubre | Jóvenes

Últimas horas

«Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15: 13). 

En una divertida entrevista, les preguntaron a algunas personas famosas qué harían si solo tuvieran veinticuatro horas de vida. Las respuestas fueron curiosas y, al mismo tiempo, trágicas. Incluían comer mucho, beber mucho alcohol, dormir todo el tiempo, hacer alguna locura, pasar tiempo con los perros y morir festejando. Solo algunos dijeron que estarían con la familia o harían el bien a alguien. Y tú, si pudieras planear, ¿qué harías en tu último día de vida?

Cuando leo los Evangelios, me impresionan las últimas veinticuatro horas de Jesús antes de la cruz. En ningún momento pensó en sí mismo ni en su propia comodidad. Por el contrario, las palabras y acciones del Maestro estaban centradas únicamente en los demás. Su objetivo era amar, servir y salvar.

En la noche del jueves, antes de ofrecer la cena, Jesús tomó un recipiente y empezó a lavar los pies de los discípulos; ese era el servicio de un esclavo. ¿Quién haría esto hallándose tan cerca del límite de su existencia? Este acto representaba la esencia más pura de la humildad, indicando que, en el reino de Dios, el más grande es aquel que sirve.

En sus palabras de despedida, horas antes de ir al sacrificio, Jesús reconfortó el corazón de los discípulos: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; [...] voy, pues, a preparar lugar para vosotros» (Juan 14: 1-2). ¡Qué extraordinario! Aquel que no tenía dónde reposar la cabeza estaba más preocupado por las moradas de aquellos que, incluso, lo abandonarían.

Después de sufrir la máxima angustia en el Getsemaní, Jesús pasó toda la noche sin dormir. ¿Alguna vez has pasado una noche entera despierto? Es malo, ¿verdad? Cansado, hambriento y sediento, Cristo enfrentó varios juicios fraudulentos durante la madrugada. Azotes, escupitajos, golpes y una corona de espinas desfiguraron su cuerpo. Sin embargo, no pudieron robar la paz y el amor de su corazón.

Y finalmente, en esa mañana de viernes, el Cordero de Dios fue levantado en la cruz, sufriendo el castigo por nuestros pecados. Así fue como Jesús pasó sus últimas horas: dando la vida por ti. ¿Se te ocurre una mejor motivación que esta para comenzar tu día hoy?