28 enero | Jóvenes

El mayor sueño de dios

«Me erigirán un santuario, y habitaré en medio de ellos» (Éxo. 25: 8). 

Desde Génesis hasta el Apocalipsis, hallamos hermosas declaraciones de que Dios anhela morar eternamente con nosotros. Él es un Padre de amor que desea encontrarse cerca de sus criaturas. La doctrina bíblica del santuario, con toda su riqueza de detalles, revela este gran sueño del Eterno.

El jardín del Edén fue el primer santuario creado por Dios en la tierra. Estaba orientado hacia el este, al igual que el tabernáculo de Moisés y el templo de Salomón. El árbol de la vida estaba «en medio» (betokh) del jardín, la misma expresión utilizada, en hebreo, en referencia a la presencia de Dios en el santuario. En Génesis 3: 8, encontramos al Señor caminando en el jardín al frescor del día. Esta misma idea aparece en Deuteronomio 23: 1: Dios, caminando en medio del campamento de Israel.

Después del cautiverio en Egipto, el Señor ordenó a Moisés que construyera el tabernáculo en el desierto para habitar en medio del pueblo. Todas las medidas, utensilios y rituales fueron establecidos por Dios con el propósito de enseñar al pueblo el gran plan de redención. Cada parte y cada servicio del santuario debían causar impacto en los sentidos: la vista, el gusto, el olfato, el oído y el tacto. Era una forma didáctica con la que Dios les decía todos los días: «¡Quiero estar cerca de vosotros!».

Siglos después, el Señor ordenó a Salomón que construyera un templo. La obra llevó siete años y requirió miles de toneladas de oro y plata. El objetivo era el mismo: «Moraré en medio de los israelitas y no abandonaré a Israel, mi pueblo» (1 Rey. 6: 13).

Tanto el santuario de Moisés como el templo de Salomón señalaban la venida del Mesías, Emanuel, Dios con nosotros. Juan 1: 14 dice: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad». La palabra ‘habitó’ en griego es literalmente «hizo su tabernáculo». Significa que Jesús levantó su tienda y habitó físicamente entre nosotros.

La Biblia también afirma que, después del milenio en el cielo, la Nueva Jerusalén descenderá a la tierra con todos los salvados: «El tabernáculo de Dios está ahora con los hombres. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos como su Dios» (Apoc. 21: 3, RVR). Finalmente, se cumplirá el mayor sueño de Dios: morar eternamente con nosotros. ¿Es este también tu sueño más querido?