11 octubre | Jóvenes
«Bernabé quería que llevaran consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia y no había ido con ellos a la obra» (Hech. 15: 37-38).
Dicen que la primera impresión es la que queda. Esa es una verdad a medias. Lo que persiste es la forma simplista en que, a veces, valoramos a las personas. Después de conocerlas, lo más probable es que cambiemos nuestra «primera impresión» para bien o para mal. Mira lo que le sucedió al apóstol Pablo. Tuvo una muy mala primera impresión de Juan Marcos, un joven que estaba lejos de tener la misma madurez y la persistencia que tenía Pablo en el campo misionero. El apóstol de la fe y el coraje, al ver la vacilación y la fragilidad del chico, le negó una nueva oportunidad. El tío del joven, sin embargo, lo acogió, brindándole esa segunda oportunidad.
Cuando comencé mi quinto año de la escuela primaria, mi «debut» en la nueva escuela fue realmente espectacular. Era la primera semana de clases y todos estábamos esperando para entrar. Había unos encantadores framboyanes en el patio, con hojas verdes y flores rojas muy llamativas. Me emocioné al ver que varios niños se balanceaban alegremente en las ramas más bajas. Así que decidí imitarlos.
Las primeras vueltas en ese increíble «columpio» fueron sensacionales. De repente, la rama se rompió y caí al suelo como una piedra. Entonces oí gritos en el aire como en un estadio de fútbol. ¡Ahora era el centro de atención de todos! El conserje rápidamente me sacó de ese torbellino y me llevó a la oficina, donde profesores y personal, al pasar, movían la cabeza diciendo: «¿Ya en el primer día de clases? Esto solo puede empeorar».
Juan Marcos tuvo su segunda oportunidad, y yo también tuve la mía. El tiempo lo ayudó a superar algunos de sus defectos. Me esforcé por hacer lo mismo. El apóstol Pablo retrocedió y reconsideró la impresión tan negativa que tuvo al principio sobre quién era Marcos y lo que sería capaz de hacer (ver 2 Tim. 4: 11).
No importa cuánto pese tu pasado ni si fue positivo o negativo, tu historia se está reescribiendo en este preciso momento. Si permites que Dios la escriba, ¡no tienes idea de los caminos maravillosos por los que serás llevado! Él promete llevarte de vuelta a un jardín donde habrá muchos framboyanes; framboyanes plantados cerca del árbol de la vida, en el cielo. ¿Qué te parece hacer planes para estar presente allí?