13 octubre | Jóvenes
«Estos hombres, de los cuales el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra» (Heb. 11: 38).
Los héroes cambiaron el mundo y escribieron la historia. ¿Cómo no estar orgullosos de la vida de Nicholas Winton, que salvó a más de seiscientos niños durante la Segunda Guerra Mundial? ¿De Teresa de Calcuta, por su obra de caridad? ¿De Nelson Mandela y Martin Luther King, por su lucha a favor de la igualdad racial? ¿De Albert Einstein, Thomas Edison y tantos otros, por los avances científicos que nos ayudan hasta hoy? ¿Cómo no inspirarse en estas personas y sus logros?
Pero lamentablemente, en la actualidad, nos encontramos más rodeados de «víctimas» que de héroes. Existe una tendencia natural hacia la victimización. Las personas prefieren ser víctimas y beneficiarse por eso de alguna manera, en lugar de realizar actos heroicos. El resultado es evidente. Nuestra sociedad se ha vuelto cada vez más cobarde y temerosa, muy alejada de la valentía y el coraje que marcaron la vida de los grandes hombres del pasado.
Muchos jóvenes ya no se preocupan por ser visionarios, idealistas, cambiar el mundo o escribir la historia. Algunos, por desgracia, parecen satisfechos simplemente con tener un teléfono móvil de última generación, una consola de videojuegos y una poderosa conexión a Internet. Ser un héroe y marcar la diferencia parecen ser cosas del pasado.
En Hebreos 11, encontramos una lista de verdaderos héroes. Eran «hombres de los cuales el mundo no era digno». La biografía de estos personajes contrasta frontalmente con el espíritu que predomina en el mundo de hoy en día. Vivimos rodeados de egoísmo, avaricia e ingratitud. Hace falta heroísmo en nuestra generación.
Aunque los grandes héroes de Hebreos 11 hayan hecho historia, ninguno de ellos puede compararse con Jesús. Él no murió para salvar a una sola persona, sino para salvar al mundo entero; no para resolver una sola causa, sino el mayor problema de todos los tiempos, que es el pecado. Jesús no solo liberó a alguien de la muerte, sino que venció a la muerte para siempre. Inspírate en este Héroe. Él pondrá en tu corazón el verdadero espíritu de heroísmo, tan raro en nuestros días.