19 octubre | Jóvenes
«Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Heb. 12: 1).
Es muy difícil correr llevando una pesada carga en la espalda. Para seguir en la carrera de la vida cristiana, es necesario dejar atrás todo el peso del pecado. Algunos intentan vivir llevando una carga de culpa, condena y pensamientos suicidas. Otros arrastran relaciones rotas, conflictos con los padres, abuso sexual, amargura o el gran peso de la culpa.
Son tantas las cargas: fornicación, adicciones, lujuria, orgullo. Estos pesos dejan rezagado a cualquiera. Nos quitan lo mejor que tiene Dios para nosotros. En Hebreos, Pablo dice que debemos dejar de lado todo lo que nos estorba para seguir adelante en la carrera.
Algunos piensan que no pueden, que han llegado muy lejos. Pero Dios puede tomar el desorden de tu pasado y usarlo para su gloria. ¡Eso es lo que hace Jesús! Deja, pues, todo pecado al pie de la cruz. No hay nada que Dios te pida que dejes atrás que no sea para tu bien.
Sueño con ver surgir una generación que ame obedecer a Dios. Esa generación va a cambiar el mundo. Y puede comenzar aquí y ahora. No más adelante. Mi mayor temor es ver que algunos jóvenes están tan ocupados ganándose la vida que terminarán perdiendo la carrera más importante de la existencia, que es justo la que tienen delante de ellos. Sé que muchos jóvenes sueñan con hacer grandes cosas para Dios. Pero, ¿qué estás haciendo hoy? No puedes lograr algo grande para Dios mañana si no empiezas hoy mismo, aunque sea con lo que pueda parecerte la más insignificante de las tareas. Por eso, comienza aquí y ahora.
No subestimes los pequeños comienzos. El propósito de la vida cristiana no es la fama ni la fortuna, no es tener miles de seguidores, no es ser una celebridad. El objetivo del cristiano es la fidelidad. Es perseverar. Es esforzarse en la carrera que él nos ha asignado. De lo contrario, seguiremos diciendo: «Algún día...». «Cuando pueda...». «¿Y si…?».
La fidelidad de hoy es el escalón indispensable para la vida plena de mañana. Algunos están tan obsesionados con el futuro que no hacen nada en el presente. ¡Esto es una afrenta a Dios! Debes dejar todo atrás y seguir corriendo, mirando a Jesús.
No me preocupo por dónde estaré mañana, siempre y cuando esté mirando a Jesús. Todo comienza en el corazón. La motivación es muy importante para Dios.