21 octubre | Jóvenes
«También nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia un carácter aprobado; y el carácter aprobado, esperanza» (Rom. 5: 3-4).
No es fácil ser diferente, sobre todo cuando la mayoría se contenta con ser igual a los demás. Un carácter noble distingue a una persona del resto, y un joven de carácter no tiene precio. «No se compra ni se vende».
El carácter es una identidad moral. O lo tienes, o no lo tienes. El Eterno Constructor establece los cimientos de nuestro carácter, pero somos nosotros los que construimos el edificio. Elena G. White dice: «La mente es el huerto; el carácter es el fruto. [...] La conducta que seguimos determina nuestro carácter» (Mente, carácter y personalidad, t 2, pág. 187).
El carácter no se hereda, se construye a través de la educación que recibimos. Se va formando y moldeando con el tiempo en nuestro interior, partiendo de la huella dejada por nuestros padres y familiares. El carácter no se forja de la noche a la mañana; es una obra de toda la vida. Esto significa que, para tener una idea del carácter de una persona, no podemos basarnos en acciones aisladas, debemos observar toda su vida.
Tampoco es una obra instantánea. Estamos acostumbrados a la inmediatez, pero no es así con el carácter. Todas las influencias que recibimos, todos los hábitos que adquirimos, todas las decisiones que tomamos y todas las actitudes que asumimos se incorporan a nuestro ADN moral, para bien o para mal.
El carácter es como una marca de agua que distingue y diferencia a una persona de otra. Algunos dicen que «la primera impresión es la que cuenta». Pero para conocer el carácter de alguien, necesitamos tiempo y convivencia.
El apóstol Pablo dice que el creyente utiliza las experiencias de la vida para perfeccionar su carácter. Incluso presenta una secuencia natural de desarrollo: tribulaciones, perseverancia, carácter y esperanza. Todo lo que ocurre en nuestra vida nos hace mejores si permitimos que el Espíritu Santo imprima en nosotros el «carácter aprobado» del Señor Jesucristo. Ora para que esta bendición ocurra también en tu vida hoy.