22 octubre | Jóvenes
«Por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos» (Rom. 5: 19).
Hace algunos años, visité con mi familia el Museo del Once de Septiembre, en Nueva York, ubicado exactamente en el lugar donde se encontraban las dos torres gemelas que colapsaron durante el atentado terrorista del 2001.
Confieso que visitar ese museo me provocó fuertes emociones. Al ver las fotos de las víctimas, los restos de las torres y los camiones de bomberos, retrocedí en el tiempo y recordé exactamente las escenas que había visto por televisión el día de la tragedia. Estaba en el internado, estudiando teología, y, durante el receso entre clases, corrí a la recepción del dormitorio masculino para ver las terribles escenas.
En medio de tantos artefactos en ese museo, uno atrapó mi atención: la exhibición de una ventana del octogésimo segundo piso de la Torre Sur que, aunque sea difícil de creer, ¡aún permanece intacta! Fue la única, entre más de cuarenta mil ventanas de ambos edificios, que no se rompió ante el impacto de los dos aviones Boeing 767 y la subsiguiente implosión bajo el peso de los ciento diez pisos que los componían.
Jan Szumanski, superintendente de Tully Construction, la empresa que prestó servicios en el lugar, fue quien descubrió el panel de vidrio intacto. Con su equipo de ingenieros, logró extraer la ventana en perfecto estado y la entregó a las autoridades para que se exhibiera como símbolo de superación.
Cuando vi esa ventana, inmediatamente vino a mi mente la palabra «resiliencia», un término utilizado en diversas áreas del conocimiento, como administración, física y psicología. En el comportamiento humano, la resiliencia significa la capacidad de soportar y superar las adversidades. Es la cualidad de la persona que permanece firme ante las crisis, incluso cuando el mundo se derrumba a su alrededor.
En el sentido espiritual, Jesús fue el único que no «se rompió» en medio del terrorismo del pecado. Permaneció «santo, sin culpa, puro, separado de los pecadores» (Heb. 7: 26), mientras que todas las demás «ventanas» se rompieron. Su resistencia contra el mal es el único poder que tenemos para vencer.
Si hoy necesitas fuerzas y restauración, mira a Cristo. Él es el Camino, la Puerta y la única Ventana que nos trae salvación.