31 octubre | Jóvenes
«Así que el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1 Cor. 10: 12).
Cuando Apple, la marca más valiosa del mundo, lanzó un modelo de iPhone resistente al agua, mucha gente se volvió loca. Los primeros stocks se agotaron en menos de veinticuatro horas. Algunas personas pasaban madrugadas y días enteros haciendo fila para comprar un ejemplar de este dispositivo en su lanzamiento. No pasó mucho tiempo antes de que sucediera lo que los expertos preveían. En la primera oportunidad, comenzaron a aparecer en Internet vídeos de personas probando si el dispositivo realmente era resistente al agua.
Sin embargo, muchos usuarios cometieron el error de no prestar atención a las instrucciones de la empresa sobre las condiciones en las que el dispositivo podría mantenerse impermeable. Los límites de la tecnología implementada por Apple especificaban una inmersión con una profundidad máxima de un metro y una duración no superior a treinta minutos. En este juego, muchos terminaron estropeando sus dispositivos sin siquiera disfrutar un poco de la nueva adquisición.
Esta experiencia nos enseña una lección básica e importante para la vida en general. Todo tiene un límite establecido. Quien aprende a respetarlo encuentra el camino hacia la victoria y la vida. Los límites no fueron creados para ser probados, sino para ser respetados. Cuanto más lejos estemos del límite, más segura será nuestra travesía. Como leemos en 1 Corintios 10: 12, la caída siempre sigue siendo una posibilidad real. Y lo que más la provoca es desafiar los límites.
Muchas veces aplicamos el mismo principio a nuestra vida espiritual. Aprendemos que Dios nos ama y que puede perdonar todos nuestros pecados. Es verdad, pero eso no significa que debamos pecar deliberadamente para más tarde disfrutar de la misericordia de Dios. En la etiqueta del pecado, se oculta la información de que nos genera adicción, aprisiona, esclaviza y aleja de Dios. Cuanto más se sumerge alguien en el pecado, más se aleja de la fuente del perdón. No debemos olvidarnos de que Dios es amor, pero también es justicia. Estos dos atributos divinos no se repelen; se abrazan. No camines en el límite, limítate en Dios.