1 noviembre | Jóvenes

Amor ‘agape’

«Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor» (1 Cor. 13: 13).

El texto de 1 Corintios 13 es la medida estándar para el amor cristiano. Es la marca registrada, la identificación del discípulo. Pablo afirma que solo el amor da sentido a lo que hacemos. Hablar diferentes idiomas, servir en el campo misionero, ayudar a los necesitados, estudiar todo lo que Dios dice sobre un tema en particular, creer en el potencial de las personas o incluso sacrificarse por alguien son actividades loables, pero insuficientes para cumplir el mandato de Jesús. El mayor problema es pensar que basta con distribuir algunas migajas de atención y buena voluntad para cumplir con el mandamiento del amor.

Como dijo Joêzer Mendonça: «Si tengo más aptitudes que amor, en vano habré escuchado, en vano habré cantado, en vano habré vivido». Sabemos que el ideal de 1 Corintios 13 es muy elevado para nosotros, pero no hay término medio. Es tomarlo, o dejarlo.

El amor de Dios es el amor presentado como agape, término griego utilizado en el Nuevo Testamento para referirse a la forma más elevada de amor. Significa amor por los indignos, por los pecadores, por aquellos que no merecen ser amados. La Biblia enseña que aquel que ama conoce a Dios, y esto es mejor que el poder, la riqueza, la inteligencia y la espiritualidad.

Si quieres saber en qué nivel está tu corazón, utiliza la medida de 1 Corintios 13: 4-8. Si no te asusta el desafío de este texto, es porque necesitas un nuevo corazón. Cada vez que leo o pienso en este texto, percibo lo lejos que estoy del ideal, y por eso el evangelio marca la diferencia. La gracia no nos permite cruzarnos de brazos. Dice que debemos amar a todos, en cualquier momento, en cualquier lugar, a cualquier persona y de la manera en que ama Dios. Quien no ama así difama al Dios de amor a quien afirma representar.

No amamos porque se nos ordene amar. Amamos porque somos amados. La mayoría de nosotros piensa que el amor es un deber, pero no lo es. Yo amo porque fui y soy amado. Si el amor no fluye espontánea y constantemente de ti, es porque aún no te has dejado llenar con el amor agape de Jesús. Como dice Elena G. White: «El argumento más poderoso en favor del evangelio es un cristiano amante y amable» (El ministerio de curación, pág. 372).