10 noviembre | Jóvenes

El gran precio de la gracia

«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios» (Efe. 2: 8). 

¿Qué piensas cuando oyes que la salvación es gratuita? Algunos podrían sentirse tentados a pensar que es algo sin valor, pero eso es una equivocación. La salvación nunca fue gratuita y nunca lo será. Es cierto que los méritos humanos no ganan la salvación. Sin embargo, la expresión «de gracia» puede sonar para algunos como algo para lo cual no hubo un precio, y eso no es cierto. Lo que es gratuito para nosotros costó la preciosa sangre de Jesús.

El apóstol Pedro nos dice: «Pues ya sabéis que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir (la cual recibisteis de vuestros padres) no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (1 Ped. 1: 18-19). El rescate es gratuito para nosotros, pero costó todo para Dios, que entregó el regalo más valioso del cielo: su Hijo unigénito.

Vamos a ilustrarlo. Un hombre generoso caminaba por una transitada avenida cuando vio a un mendigo descalzo en el asfalto caliente. Compadecido por esta persona, el cristiano fue a una tienda y compró un par de zapatos. Al entregárselos al necesitado, el generoso señor dijo: «Este es un regalo para ti. No camines más descalzo en el asfalto caliente». ¿Puedes imaginar la alegría del pobre hombre al recibir ese regalo? Para él no costó nada, pero alguien tuvo que comprarlo y pagarlo. El mendigo solo tuvo que aceptar lo que había tenido un coste para una persona compasiva.

La gracia funciona de manera similar. El amor de Dios lo llevó a actuar en nuestro favor. Estábamos perdidos, pero fuimos liberados, y esto costó la vida de Jesús. No fue barato, mucho menos gratuito. Fue muy costoso, pero podemos recibir la salvación gratuitamente por medio de la fe.

La salvación es un regalo de Dios. Costó el inmenso precio de la sangre del Hijo de Dios. Merecíamos la muerte, pero Dios nos dio vida por la fe en los méritos de su Hijo. El precio por el perdón de cada uno de nuestros pecados fue pagado por Jesús. No fue «gratuito» para él, pero nosotros lo recibimos por su gracia. ¿Aceptas hoy esa salvación? ¿Aceptas el regalo? Costó muy caro.