14 noviembre | Jóvenes
«Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Fil. 3: 14).
¿Has hecho alguna vez una excursión para subir una montaña? Si tu respuesta es afirmativa, estarás de acuerdo conmigo en que uno de los requisitos principales para tener éxito en esta aventura es la perseverancia. En general, aquellos que no están preparados físicamente abandonan la iniciativa tan solo unos pasos después de comenzar.
Me pregunto cómo sería el mundo hoy si algunas personas hubieran renunciado a sus ideales. Observa, por ejemplo, la vida de Thomas Alva Edison (1847-1931), el autodidacta estadounidense que registró más de mil patentes, todas resultado de su extraordinaria curiosidad, persistencia y mucho trabajo. En su infancia, fue considerado «demasiado tonto para aprender cualquier cosa», según uno de sus profesores.
Sin embargo, Edison superó sus limitaciones y fue responsable de inventos que revolucionaron el mundo, como la cámara de cine, la batería de automóvil eléctrico, el fonógrafo (un dispositivo para grabar y reproducir sonidos), el mimeógrafo (uno de los primeros instrumentos de copia en serie) y, por supuesto, la conocida bombilla o lámpara incandescente. Algunos de sus biógrafos afirman que la invención de la bombilla ocurrió después de más de mil intentos.
Cuentan que, cerca de su muerte, a Edison lo entrevistó un periodista que le preguntó: «¿Dónde está el secreto de tu éxito?». Y su respuesta fue: «Nunca te rindas. La genialidad es solo un 1% de inspiración y un 99% de transpiración».
Otras personas tampoco renunciaron a sus ideales y dejaron su huella en la historia: Martin Luther King no abandonó la lucha contra el racismo y ganó el Premio Nobel de la Paz. Akio Morita fue considerado un fracaso al principio de su carrera, pero persistió y convirtió a Sony en una empresa multimillonaria. El pintor Claude Monet vio cómo su arte era ridiculizado y rechazado por el público de su época, pero no se rindió y hoy es considerado el «príncipe del impresionismo».
Para el apóstol Pablo, el secreto del éxito consiste en seguir adelante con la mirada fija en la meta, en el premio que Cristo prometió a quienes sean fieles a él. El cielo es la cima del viaje del cristiano. Así como un competidor no debe apartar la mirada de la meta debido a los aplausos o las críticas, el cristiano necesita mantener su mirada constantemente en Jesús. Hazlo. No te rindas por nada.