1 febrero | Jóvenes

Cuestión de actitud

«Porque cuáles son sus pensamientos íntimos, tal es él» (Prov. 23: 7). 

Nuestra felicidad no depende de cómo las personas reaccionan ante nosotros. No podemos controlar la reacción de las personas, solo podemos controlar nuestra reacción ante sus reacciones. Los jóvenes con valor y humildad permiten que Dios controle su interior. Siempre somos responsables de lo que sucede dentro de nosotros.

Un joven que acababa de perder su trabajo vino a hablar conmigo. Lo habían despedido porque no podía relacionarse con sus colegas de trabajo. Comenzó a justificarse diciendo que había sido maltratado, rechazado por su padre, tratado de cierta manera por su padrastro y así sucesivamente. Cuando dejó de hablar, yo solo podía pensar en su actitud negativa y en cómo él mismo había creado esa situación incómoda. Le dije: «Deja de culpar al pasado, a las personas y a las circunstancias. Llega un momento en la vida en el que tú debes ser el responsable de lo que sucede en la tuya».

Cosas malas también les suceden a personas optimistas, pero algunas de ellas son tan positivas que incluso lo negativo se vuelve positivo desde su punto de vista. Las personas pesimistas, por otro lado, ven todo de manera sombría y negativa; hasta lo positivo se vuelve negativo para ellas.

Si quieres ser un joven con la actitud correcta, debes aprender a dar forma a tu vida con los pensamientos de Dios. Estés donde estés, pienses como pienses, la responsabilidad es tuya y de nadie más.

Una actitud cristiana implica pensamientos basados en la Biblia y centrados en Dios. Las Escrituras están llenas de historias de jóvenes que enfrentaron circunstancias difíciles y las convirtieron en motivos para crecer.

Todos tenemos limitaciones. A menudo nos falta dinero, fuerza física, preparación. No permitas que estas carencias te neutralicen. Si no puedes tomar un camino, toma otro. No seas prisionero de ti mismo ni de tu pasado. Una actitud negativa nunca construirá nada positivo. Como joven cristiano, debes esforzarte por desarrollar una visión de ti mismo, de los demás y de las circunstancias desde la perspectiva de Dios, alineando tus pensamientos con su Palabra.