19 noviembre | Jóvenes
«Cuando digan: “Paz y seguridad”, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina» (1 Tes. 5: 3).
En diciembre de 2004, un terremoto de magnitud 9,1 en la escala Richter desencadenó un tsunami que dejó más de doscientos treinta mil muertos en catorce países, desde Indonesia hasta India. El número podría haber sido mayor si no fuera por la advertencia de una niña inglesa de apenas diez años llamada Tilly, que salvó a cerca de cien personas en la playa de Mai Khao (Tailandia).
Días antes del terremoto, el profesor de geografía de Tilly explicó en clase cómo prever un tsunami. Enseñó que cuando el agua del mar comenzara a retirarse y el ambiente se volviera silencioso y pacífico, significaba que una ola gigante llegaría a la costa. Gracias a la lección del profesor y a la percepción de la niña, todos salieron ilesos de la playa minutos antes de la tragedia.
Así como sucedió en las playas asiáticas, habrá un período de relativa paz y seguridad en el mundo antes de la segunda venida de Jesús. El discurso de las personas se centrará en el amor, la fraternidad y la unidad. Parece incluso una ideología atractiva, ¿verdad? Sin embargo, este escenario será solo una antesala, el «retiro del mar», antes del caos apocalíptico que sobrevendrá a la humanidad.
Fue sobre esta paz que Jesús nos advirtió con vehemencia, una paz falsa que va de la mano del error y desprecia las advertencias del Señor. ¡Cuidado con la paz del mundo! Desconfía de la tranquilidad del «camino ancho», del silencio y de la ausencia de problemas. Aprendí esto cuando mi hijo Miguel tenía tres años. Cuando no estaba en la sala y el ambiente quedaba en silencio, ¡sabía que algo no iba bien! En este sentido, la «paz» me servía de alerta.
A diferencia de la paz del mundo, la paz de Cristo provoca la «guerra», ya que no es cómplice de la falsedad. Jesús dijo: «No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada» (Mat. 10: 34). Esta paz «espada» es capaz de separar amigos, expulsar a los mercaderes del templo y llevar a los cristianos a la cárcel.
Cuando todo va bien, es necesario revisar la ruta. Tal vez tu fe esté en modo «baño María» y aún no lo hayas notado. El «tsunami» se está formando, y tú estás armando un castillo de arena en la playa. ¡Huye de esa falsa paz y corre hacia Jesús!