20 noviembre | Jóvenes
«Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Tes. 5: 18).
Hace algunos años, una emisora de radio en la ciudad de São Paulo (Brasil) distribuyó calcomanías para autos con el mensaje «¡Ya he sufrido un atraco!». Durante el tiempo que pasé viviendo en dicha ciudad, observé que varios hermanos habían colocado esa calcomanía en sus autos. En respuesta a esto, un día, un pastor planteó la siguiente pregunta a una gran iglesia: «¿Por qué no sustituir esas calcomanías en sus autos por otras que lleven el mensaje: “¡Ya fui bendecido!”?».
A mucha gente le gusta enfatizar lo negativo. Algunos se acercan a otros diciendo: «¡Hay un gran problema allí!». Y no siempre la situación es tan grave. A veces nos preocupamos por algo que nos falta, como dinero para pagar cuentas, ropa para ir a una fiesta, el último lanzamiento tecnológico, etcétera, pero no nos damos cuenta de que tenemos muchas cosas por las que mostrar gratitud.
Comienza a enumerar las bendiciones de tu vida y te darás cuenta de que tienes motivos más que suficientes para alabar. Cultivemos el hábito de mirar lo que tenemos en lugar de ver solo lo que no tenemos. Como cristianos, somos más bendecidos que la persona promedio. Aunque enfrentemos dificultades, contamos con la maravillosa presencia de Dios que nos tranquiliza con paz y esperanza.
Necesitamos aprender a dar gracias por las cosas sencillas de la vida y reconocer todo lo que el Señor ha hecho por nosotros. Repite cada mañana: «¡Soy muy bendecido!».
Se cuenta que, en su infancia, Blas Pascal entró corriendo a casa y dijo:
—Papá, ¡Dios ha hecho un milagro en mi vida hoy!
—¿Qué ha hecho Dios, hijo?— preguntó el padre.
—Estaba montando a caballo, me he caído y no me he lastimado.
—Dios ha hecho un milagro aún más grande por mí hoy, hijo —respondió el padre—. ¡He montado a caballo y no me he caído!
Necesitamos ser agradecidos no solo por los actos extraordinarios de Dios a nuestro favor, sino también por las cosas hermosas que él hace en nuestro día a día. Las bendiciones son tantas que no se pueden contar. Debemos ser agradecidos por todo.