24 noviembre | Jóvenes

Ponlo en práctica

«Sed hacedores de la palabra y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Sant. 1: 22).

Un joven se acercó a un sabio y le dijo: «Veo que usted es una persona feliz. ¿Cuál es el secreto de la felicidad?». El sabio respondió de inmediato: «El secreto es no discutir con personas necias». El joven no quedó satisfecho y replicó: «No estoy de acuerdo con usted. No puede ser tan simple». El sabio respondió: «Muy bien».

¿Por qué no trató de convencer al joven? Durante muchos años, ese hombre aplicaba su propia enseñanza. No solo tenía conocimiento teórico, sino que también ponía en práctica los principios que enseñaba.

Los sabios y los necios son distinguibles exactamente en este punto. El necio se jacta de lo que sabe e incluso de lo que no sabe; el sabio practica lo que sabe. El necio exalta la teoría; el sabio valora la experiencia. El necio piensa que lo sabe todo; el sabio reconoce la necesidad de aprender más.

En la vida espiritual, aplicar el conocimiento bíblico es esencial. Jesús mostró la diferencia entre sabios y necios en una conocida historia del evangelio. Dijo que quien escucha sus palabras y las pone en práctica es como un hombre sabio que construyó su casa sobre la roca.

El necio escucha las palabras de Jesús, pero no está dispuesto a actuar sobre la base de lo que ha aprendido. Por eso, es como un hombre insensato que construyó sobre la arena. Un día su casa se caerá.
El necio piensa que escuchar la Palabra es suficiente. Se centra en la información, no en la acción. El sabio no quiere ser solo un oyente ni tener solo la apariencia de creyente. Exalta la verdad que impresiona, pero no renuncia al poder que transforma.

La Palabra de Dios solo será eficaz en la vida del cristiano si se acompaña de la decisión de poner en práctica las verdades aprendidas. No deberías solo hablar de Cristo; deberías sobre todo actuar como Cristo. No deberías llevar la Biblia solo en la mano, sino también en el corazón.

La religión no debe ser solo discurso, sino un recurso para llevar a las personas a los pies de Jesús, tu amigo personal y Salvador. Haz de él tu Maestro hoy, pero no te quedes solo en la teoría. Sigue el ejemplo de Jesús. Entrégate en cuerpo y alma, en espíritu y verdad. Cree y actúa. ¡Es la única forma de marcar la diferencia!