28 noviembre | Jóvenes

Cartas de amor

«Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia» (2 Tim. 3: 16).  

Las cartas escritas en papel ya no son tan comunes en estos tiempos. Es posible que en esta generación algunos nunca hayan visto una en su buzón. De hecho, hay quienes incluso ignoran los correos electrónicos porque están más familiarizados con otras formas de comunicación como mensajes de WhatsApp, capturas de pantalla, memes, tuits, posts, etc. Parece que los versos y las cartas de amor se han vuelto obsoletos. Sin embargo, una de las ventajas de las cartas de antaño era la facilidad de guardarlas en un baúl y volver a leerlas varias veces. Incluso cuando una relación terminaba, las cartas permanecían. En la actualidad, las relaciones tienden a ser cada vez más superficiales y desechables, al igual que los mensajes de texto que recibimos y eliminamos.

Dios también se preocupó por enviarnos una carta de amor. Fue escrita a lo largo de mil seiscientos años, tiene más de mil capítulos y requirió de cuarenta escritores para su redacción. La carta de Dios para nosotros es la Santa Biblia. Nos anuncia las buenas nuevas de la salvación y nos revela lo que está a punto de suceder. Nos ayuda a mantener una relación profunda con Dios a través de nuestra devoción personal diaria. Además, nos brinda sabias orientaciones que nos ayudan a tomar decisiones inteligentes para alcanzar la felicidad, tanto en el presente como en el futuro.

La Biblia es como un orador en busca de una audiencia, un discurso que busca oídos atentos, un antídoto en busca del enfermo, un alimento para el hambriento. Pero tengo que hacerte una pregunta: ¿Dónde guardas la carta de amor que Dios te envió? ¿La tienes en tu corazón, o está abandonada en algún estante? ¿Está abierta y al alcance de tus ojos, o encerrada en un baúl lejos de tus manos? Recuerda: una Biblia que no se utiliza es una Biblia que no puede ayudarte. Una relación que no se cultiva se debilita. La fe que no se nutre se desvanece. El amor que no se expresa desaparece. Dios quiere hablar contigo hoy. ¿Estás dispuesto a escucharlo?