30 noviembre | Jóvenes
«Elías [...] oró fervientemente [...], y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses» (Sant. 5: 17).
Es natural que padres y profesores se alegren cuando sus hijos y alumnos se vuelven independientes. En nuestra relación con Dios, sucede lo contrario. Depender de él no nos hace infantiles, sino que nos hace crecer y prosperar. Este es el milagro inexplicable de la fe.
Un ejemplo de esto ocurrió en 2019 en la Universidad Adventista del Suroeste, en los Estados Unidos. Los actores, los encargados del vestuario y los extras estaban listos para representar La pasión de Cristo, el evento más esperado del año. Sin embargo, había un «pequeño» problema: la lluvia. La obra al aire libre dependía del buen tiempo, pero aquel sábado el riesgo de cancelación de la celebración era real e inminente. El día anterior, el director les advirtió a todos los involucrados: «Recibirán un mensaje de texto media hora antes del espectáculo en caso de que el evento se cancele. Mientras tanto, estén preparados. Esperaremos hasta el último minuto». Algunos miembros de la iglesia pasaron la noche en oración, pero nada parecía indicar que la lluvia se detendría.
El «Pedro» de la obra estaba nervioso. Ya pasaban de las 7 de la mañana, y el primer acto estaba programado para comenzar a las 9. Sin embargo, un poco antes de las 8, la lluvia disminuyó y a las 9, como estaba planeado, una pequeña multitud eufórica y asombrada presenció el milagro que, para algunos, no era más que una cuestión de suerte. La lluvia se detuvo y la dramatización pudo llevarse a cabo. Sin embargo, durante el día descubrieron que la lluvia no había cesado realmente. Solo se detuvo en el campus de la universidad. Toda el área circundante siguió bajo la lluvia durante varias horas hasta que el día terminó. Esto dejó a muchos deslumbrados: una vez más, las maravillas del cielo superaron el espectáculo de los hombres.
Nuestra incredulidad nunca impedirá que Dios actúe. Sin embargo, nuestra falta de fe tiene el poder de limitar la acción de Dios en nuestra vida. Hoy, el Señor te invita a vivir una experiencia de confianza en él. La bendición de Dios fluirá hacia ti según tu nivel de dependencia de él, y no solo por el deseo del Señor de bendecirte. Él siempre lo desea. «Pide a Dios, que da a todos abundantemente y sin reproche [...]. Pero pide con fe» (Sant. 1: 5-6). Dios no ha cambiado. ¿Y tú? ¿Deseas cambiar para ser lo que él espera que seas?