1 diciembre | Jóvenes
«El que quiera amar la vida y ver días buenos, […] apártese del mal y haga el bien» (1 Ped. 3: 11).
Alguien solía decir: «Un gesto vale más que mil palabras». ¿Has reflexionado sobre el significado de esta frase? ¿Has notado que, en la práctica, mucha gente prefiere multiplicar las palabras, pero olvida hacer lo que es necesario?
Durante la pandemia del coronavirus, un médico tuvo que hacer un turno de casi treinta y seis horas. Algunas vidas dependían de él. Su sacrificio para permanecer en pie y mantener la atención implicaba esperanza de vida para pacientes desesperados que no dejaban de llegar a la sala de emergencias.
Casi al final del turno y muy cansado, el médico pidió un almuerzo. Tenía mucha hambre. Cuando recibió la comida, notó algo inusual en la tapa. Había una pegatina con una nota: «Aderezado con gratitud. Gracias por ser un profesional de la salud y correr riesgos para salvarnos». Este gesto fue una inyección de ánimo para este valiente médico. En respuesta, publicó en sus redes sociales: «Es por gestos como este que vale la pena cualquier sacrificio».
No se necesitan cosas extraordinarias para marcar la diferencia en la vida de las personas. No es necesario usar muchas palabras. Pequeños gestos de amor y reconocimiento hablan mucho más alto. El médico no se alegró por haber recibido un aumento de salario o cosas por el estilo. Su alegría fue el resultado de un gesto sencillo, pero lleno de significado, que expresaba gratitud y amor en acción. Eso marca la diferencia. Alguien actuó y cambió el día de este profesional.
El evangelio de Jesús solo se expresa verdaderamente cuando las palabras de salvación resuenan en acciones coherentes. Cristo es el ejemplo máximo del encuentro entre palabras y acciones. Él es la Palabra encarnada, que se entregó sin reservas para que se materializara el contenido eterno del mensaje divino.
En sentido contrario, el mundo está lleno de discursos falsos y promesas vacías. La hipocresía se opone al amor y contradice la esencia del mensaje de salvación. Este es el momento en el que el pueblo de Dios debe levantarse con acciones prácticas que proclamen en voz alta el evangelio eterno. Como dijo Francisco de Asís: «Predica siempre; si es necesario, usa palabras».
¿Qué actos puedes realizar a favor de quienes te rodean y que les mostrarán tu gratitud, aprecio y reconocimiento? ¿Quién podría alegrarse con un gesto tuyo de amor y gratitud? ¿Por qué no dedicar este día a realizar actos de bondad y amor, revelando el amor de Dios a quienes están próximos a ti?