3 febrero | Jóvenes
«Como el rostro en el agua es reflejo del rostro, así el hombre se refleja en el corazón del hombre» (Prov. 27: 19).
Entre los nuevos hábitos que la tecnología nos ha traído, uno de los más comunes es tomar selfis. ¿Quién no ha tomado una foto de sí mismo durante un paseo o una comida? Aunque algunos lo ven como expresión de vanidad y narcisismo, otros consideran esta costumbre una forma de comunicación más objetiva, además de ser un medio de conexión social.
Sin embargo, esta práctica no ha sido tan inofensiva. Según una investigación realizada por la Fundación iO entre enero de 2008 y julio de 2021, alrededor de trescientas ochenta personas murieron en el mundo mientras se tomaban una selfi. En 2015, por ejemplo, hubo más muertes debido a selfis que por ataques de tiburones. Los lugares más comunes de las caídas son acantilados, cascadas y techos, doscientas dieciséis muertes en total. El grupo de edad más frecuente son los adolescentes de hasta diecinueve años (41% del total) y los jóvenes de entre veinte y veintinueve (37%).
Además de este problema que involucra la integridad física, hay otro más subjetivo. El tiempo que pasamos frente al teléfono, el uso constante de filtros en las fotos y la ansiedad por recibir más «Me gusta» han causado daños irreparables en la autoestima de las personas. Actualmente, hay una búsqueda incesante por alcanzar los estándares de belleza popularizados por las redes sociales. Para lograr este fin, no hay límites al uso de los «maquillajes virtuales» disponibles. Lo que realmente importa es parecer interesante y feliz.
En el libro ¿Está Instagram estandarizando los rostros?, Camila Cintra reflexiona sobre esta ola de representaciones faciales. El ser humano posmoderno vive una crisis de identidad y, como consecuencia, también de imagen, porque es un ser con múltiples facetas. La imagen que presenta no siempre lo identifica tal como es. Todo es una ilusión, que lamentablemente sirve a una lógica de consumo.
Ante esta realidad, necesitamos reflexionar sobre la forma en la que hemos estado mostrando nuestra «cara». ¿Nuestras selfis representan quiénes somos? ¿Qué tipo de imagen queremos transmitir a las personas?
Que tu vida y tus publicaciones reflejen un corazón amable y un rostro verdaderamente transformado por Jesús. Recuerda que el corazón alegre de quien ha encontrado a Cristo es lo que más puede embellecer el rostro (Prov. 27: 19).