17 diciembre | Jóvenes
«Tengo muchas cosas que escribiros, pero no he querido hacerlo por medio de papel y tinta, pues espero ir a vosotros y hablar cara a cara, para que nuestro gozo sea completo» (2 Juan 1: 12).
Según algunos lingüistas, la palabra saudade en portugués es una de las más difíciles de traducir en el mundo. Las expresiones «echar de menos» en español y I miss you en inglés se acercan a su sentido, pero no logran definir la dimensión del sentimiento luso-brasileño de saudade. El término, derivado del latín solitas, describe el dolor de aquellos que están lejos del objeto amado. Para el poeta Mário Quintana, este sentimiento es tan profundo que «hace que las cosas se detengan en el tiempo».
¿Echas de menos a alguien? ¿Has sentido el corazón encogido por la ausencia de un amigo o un pariente? Recuerdo la conmovedora escena del reencuentro entre familiares coreanos que estuvieron separados durante más de seis décadas. Desde el final de la Guerra de Corea en 1953, la frontera entre los países había permanecido cerrada.
Sin embargo, desde 2010, los dos países han estado organizando encuentros limitados entre familiares separados por el conflicto. Lee Geum-Sum, por ejemplo, es una mujer de noventa y dos años que no veía a su hijo desde que él tenía tres. Se reunieron en 2020. «Probablemente no lo reconoceré», dijo ella. «Ahora tiene setenta y un años». Cuando se encontraron, hubo una conmoción profunda. Ambos tenían mucho que contar. Lamentablemente, después de unas horas, tuvieron que decirse, tal vez, el último adiós.
El versículo de hoy describe la inmensa saudade que el apóstol Juan tenía de su iglesia. Para el discípulo amado, enviar cartas u orar por los «pequeñitos en la fe» no era suficiente. El pastor quería más. La única solución era un reencuentro «cara a cara». Mientras ese momento no llegaba, Juan aconsejó a su rebaño practicar el amor, la obediencia y mantenerse vigilantes contra falsas doctrinas.
Seguramente Juan experimentó el mismo sentimiento que Jesús. Antes de morir, el Maestro dijo: «Os volveré a ver y se gozará vuestro corazón» (Juan 16: 22). A Jesús tampoco le gusta sentir saudade. Su mayor deseo es ver su casa llena, repleta de personas salvas por la gracia. ¿Quieres participar en ese encuentro? Allí no habrá más despedidas ni último adiós alguno. Esta es una de las lecciones principales que nos enseña 2 Juan, el libro más pequeño de la Biblia.