19 diciembre | Jóvenes
«No hay cosa mejor para el hombre que comer y beber, y gozar del fruto de su trabajo. He visto que esto también procede de la mano de Dios» (Ecle. 2: 24).
El trabajo es fundamental para el funcionamiento de la sociedad y para conquistar nuestros objetivos de vida. Mi experiencia con el trabajo es gratificante. He sido bendecido con un llamado espiritual y vocacional que se ajusta perfectamente a mis aptitudes. Disfruto de lo que hago, pero entiendo que no todos ven su trabajo como una aventura gozosa.
También hay aspectos de mi trabajo que no me gustan, pero forman parte de mis responsabilidades. Por eso, trato de abordar primero las tareas difíciles, lo cual requiere una buena dosis de persistencia. Pero conozco el resultado final, por lo que continúo con determinación. Sé que es esencial para cumplir con la tarea y puedo anticipar la satisfacción que sentiré al completarla. De esta manera, el gusto por el trabajo no solo me mantiene concentrado en mi misión, sino también entusiasmado.
Entiendo que casi todas las personas necesitan trabajar para ganarse la vida. No es fácil levantarse cada mañana para realizar un trabajo que a veces parece no tener sentido. Por eso, es importante perseguir tus sueños. Dios tiene un sueño personalizado para cada persona, lo llamamos vocación. La vocación es cuando sentimos que Dios nos está llamando a hacer algo verdaderamente grande juntos. Tu trabajo debe ser tu vocación, no solo una tarea profesional. Cualquier trabajo garantiza un salario al final del mes; la vocación garantiza satisfacción al concluir la tarea. Trabajas porque debes rendir cuentas a tu empleador; la vocación es parte del plan de Dios para tu vida.
Si has sido bendecido con un trabajo solo para cubrir tus gastos, intenta integrar tu vocación en lo que estás haciendo. Es decir, esfuérzate por disfrutar de lo que haces. Otra sugerencia: busca puntos de interés entre las exigencias y el placer. De lo contrario, los días se alzarán como sombras frente a ti, o te arrastrarás todos los días que tengas por delante.
La recompensa del trabajo es temporal; la recompensa de la vocación es eterna.