20 diciembre | Jóvenes
«Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: “¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!”» (Mat. 4: 17).
El tema central del ministerio de Jesús es el reino de Dios. Esta expresión se repite cincuenta y cinco veces en Mateo, catorce veces en Marcos, alrededor de cuarenta en Lucas y cinco en el Evangelio de Juan. ¿Qué es exactamente el reino de Dios?
La mayoría de los estudiosos de la Biblia creen que «el reino» se refiere al gobierno de Dios en nuestro corazón y en nuestras relaciones. No es exactamente un lugar, sino un estilo de vida.
Jesús vino a la tierra para revelar a Dios y destruir el pecado. Él era «Dios en vivo», en carne y hueso, caminando en medio del pueblo, invitándolos a obedecer. Dios se convirtió en un ciudadano del mundo, anduvo con los hombres, comió su comida, durmió en sus casas, entró en sus vidas y amó a las personas, una por una. Jesús vino para mostrarnos cómo es Dios.
El reino de Dios se entrelaza con los actos de Jesús. De hecho, los actos de Jesús son la expresión visible del reino de Dios. ¿Quieres saber cómo es el reino de Dios? Mira a Jesús y lo que hizo. Con quién anduvo, dónde anduvo, lo que hizo y el modo en que vivió entre los hombres nos muestra la naturaleza de su reino.
Para que no queden dudas, ¿quién es el Rey del reino de Dios? Jesucristo. Pero el reino que Jesús anunció no era el reino popular de la fuerza, del poder y de la autoridad que esperaba el pueblo elegido. La esperanza de Israel era que el Mesías vendría, se sentaría eternamente en el trono de la nación y su reino sería restaurado para siempre. Sin embargo, Jesús anunció un reino interior en el cual sus súbditos actuarían con humildad y amor. Él vino para establecer un nuevo reino basado en la completa confianza y dependencia de Dios.
Jesús no vino para establecer una nueva religión, sino para restaurar una relación rota. El campo de batalla es el corazón de cada ser humano. Existe en nosotros un conflicto constante entre el bien y el mal. Cuando entregamos nuestra vida a Jesús, significa literalmente que un nuevo Rey gobierna en el trono de nuestro corazón. Jesús afirmó que el reino de Dios ha llegado. De hecho, donde está el Rey, allí también está su reino. Espero que disfrutes hoy con la alegría de tener a Jesús reinando en tu corazón.