26 diciembre | Jóvenes
«No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará, porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna» (Gál. 6: 7-8).
Necesitamos tomar en serio a Dios. Él «no puede ser burlado». Esto no tiene que ver con hacer chistes usando el nombre de Dios en vano. Se trata de vivir sin considerar las leyes y la voluntad de Dios. De actuar sin pensar en las consecuencias de nuestras elecciones. De no reaccionar con responsabilidad a las oportunidades que el Eterno nos ofrece. De vivir sin recordar que cosechamos lo que sembramos.
Presta atención a esto: el apóstol Pablo usa la palabra griega mukterizo («burlar»), que significa literalmente «levantar la nariz con desprecio». Esta es la única vez que se usa esta palabra en el Nuevo Testamento. En la traducción griega del Antiguo Testamento, el profeta utiliza este término para decir: «Todos se burlan de mí» (Jer. 20: 7), refiriéndose al desprecio de los hombres hacia los mensajeros de Dios.
La dura realidad es que las personas pueden ignorar a Dios y sus mandamientos. Lamentablemente, muchas personas han menospreciado la voluntad de Dios. Aun así, no pueden escapar de las consecuencias de sus elecciones. ¡Es la ley de la vida!
El hecho de cosechar lo que se siembra se llama la ley de la siembra y la cosecha. Es una ley de la existencia, tan importante como la ley de la gravedad. En la agricultura o la jardinería, este es un principio absoluto, ya que garantiza que cosecharemos lo que sembramos. Esta ley tiene tres partes que debemos considerar: en primer lugar, cosechas lo que siembras. Si plantas semillas de tomate en la tierra, no cosecharás maíz. Lo que siembres es lo que cosecharás. En segundo lugar, cosecharás más tarde de lo que siembras. La semilla permanece en el suelo sin producir ningún efecto durante mucho tiempo, pero finalmente saldrá a la luz. Tarde o temprano, las semillas brotarán, crecerán y darán frutos. En tercer lugar, cosechas más de lo que siembras. Si siembras una pequeña semilla, germinará, crecerá y producirá mucho más de lo que se sembró.
Mucha gente cree que puede burlar esta ley, pero es una mera ilusión. Nadie puede jugar con las leyes de Dios. Lo que una persona cosecha en esta vida es el resultado inevitable de lo que siembra. Hoy, estás sembrando para el bien o para el mal. ¡Espero que siembres solo cosas buenas a tu alrededor!