9 febrero | Jóvenes

Veneno sabático

«Seis días se trabajará, pero el séptimo día será de descanso, santa convocación; ningún trabajo haréis. Es el día de descanso dedicado a Jehová dondequiera que habitéis» (Lev. 23: 3). 

Existe un poder especial que solo se manifiesta cuando las personas se reúnen con un propósito común. Dios respeta tu individualidad, pero decidió otorgar una bendición adicional a aquellos que dejan de lado sus diferencias y se unen para adorarlo en el día establecido desde la Creación con ese propósito. Por eso, Dios abrió un espacio en el tiempo llamado sábado, capaz de alcanzar a todas las personas en todas las geografías, épocas y culturas, para que nadie se sintiera excluido. En este día, más que en cualquier otro, entramos en una batalla espiritual contra un enemigo venenoso y astuto.

Por lo tanto, el sábado es el día de la semana en el que el conflicto es más intenso. Es el día más difícil para levantarse de la cama, salir de casa, ser puntual, sentirse dispuesto, evitar malentendidos y mantener el enfoque correcto. Conscientes de que «el sábado fue hecho por causa del hombre», sentimos en este día la venenosa tentación de pensar que nosotros, y no Dios, somos el centro del shabbat. Siendo cierto que el sábado es un regalo del Creador para la humanidad, tendemos a querer beneficiarnos de este regalo de manera egocéntrica y egoísta. Establecido para disfrutar de una relación vivificante con nuestro Creador y con otras personas, a menudo caemos en la tentación de pensar que las horas del sábado están hechas para satisfacer nuestros gustos e intereses personales.

Cada vez que pienso en esto, yo recuerdo el día en que le prediqué a una serpiente. Fue en Opelika, en el interior de Alabama (Estados Unidos). Cuando terminé el sermón, los miembros de la iglesia encontraron una serpiente de casi un metro y medio escondida detrás de uno de los bancos donde anteriormente algunos niños, sentados inocentemente, habían estado participando del culto hasta que la vieron serpentear entre los bancos.

A veces, siento que hay una serpiente entre nosotros esparciendo el veneno de sus tentaciones contra el sábado. Muchos bajan la guardia durante este día y terminan manteniendo un espíritu que no es compatible con la sacralidad sabática. El sábado fue originalmente planeado como una oportunidad para reflexionar sobre Dios y el prójimo. Sin embargo, a menudo gastamos esas horas sagradas ocupados con actividades que no concuerdan con el espíritu del día del Señor. Reflexiona sobre cómo has pasado tus sábados últimamente. ¿Cuál ha sido el centro de tus pensamientos? ¿La voluntad de Dios, o tus propios intereses?