12 febrero | Jóvenes

Mesa abundante

«Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey ni con el vino que él bebía» (Dan. 1: 8). 

El libro de Daniel es mi libro favorito de la Biblia. Me apasionan sus historias y profecías, las cuales han transformado mi vida. Recientemente, tuve el privilegio de estudiarlo versículo por versículo en algunas clases bíblicas. Fueron momentos valiosos que fortalecieron mi fe.

El primer capítulo relata el exilio de Daniel y sus tres amigos a Babilonia, un hecho que ocurrió en el año 605 a.C. Viajaron alrededor de mil quinientos kilómetros desde Jerusalén hasta la ciudad gobernada por el rey Nabucodonosor. Además de esos jóvenes nobles y esbeltos, el monarca se llevó consigo alrededor de cinco mil utensilios sagrados del templo.

Después de enseñarles la lengua y la cultura babilónica a Daniel y a sus amigos, Nabucodonosor cambió sus nombres por otros que honraban a dioses paganos. A Daniel lo llamaron Beltsasar, que significa «Bel protege la vida del rey». Hananías fue llamado Sadrac, cuyo significado es «Siervo del dios Sin». Misael pasó a llamarse Mesac, que quiere decir «¿Quién es igual a Aku?». Y Azarías se convirtió en Abednego, «Siervo de Nego».

Cambiar los nombres de estos jóvenes hebreos fue otra estrategia del rey para influir en su carácter. La intención era «formatear» sus mentes para que se adaptaran al patrón cultural dominante. ¿No será esta la misma intención que tiene Satanás en nuestros días?

El siguiente paso fue hacer que Daniel y sus compañeros participaran en la mesa real, que estaba llena de toda clase de manjares. El objetivo era acercarlos cada vez más a la corte para incorporarlos al servicio de Babilonia. Sin embargo, los cuatro jóvenes se mantuvieron firmes en sus convicciones y decidieron no contaminarse con esos alimentos. Además de que algunos consistían en animales impuros, probablemente habían sido dedicados a los dioses babilónicos.

Daniel propuso al jefe de los oficiales que solo los alimentara con frutas, verduras, legumbres y agua durante diez días. El resultado fue sorprendente: los jóvenes hebreos estaban diez veces más saludables y fuertes que todos los demás jóvenes de Babilonia y luego «comenzaron a servir al rey» (Dan. 1: 19).

Dios también tiene un plan magnífico para tu vida. Incluso en medio de los desafíos, sé fiel a él. El Señor tiene una mesa abundante de bendiciones preparada para ti.