13 febrero | Jóvenes
«Nosotros éramos, a nuestro parecer, como langostas, y así les parecíamos a ellos» (Núm. 13: 33).
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra ‘complejo’, en su sentido psicológico, como un «conjunto de ideas, emociones y tendencias generalmente reprimidas y asociadas a experiencias del sujeto, que perturban su comportamiento». Es una visión distorsionada de la realidad, una perspectiva errada de la vida, como si fuera observada a través de lentes empañados. Yo diría que es una especie de «astigmatismo mental».
Entre los variados complejos, quizás el más conocido sea el de inferioridad, término acuñado por el médico oftalmólogo y psicólogo austriaco Alfred Adler a principios del siglo XX. Según Adler, el complejo de inferioridad se desarrolla principalmente durante la infancia, a partir de experiencias de rechazo, sobreprotección, o como resultado de un aspecto físico no deseado.
En Números 13-14, encontramos la historia de algunos hombres con una visión similar, lo que llamamos hoy en día «baja autoestima».
Había llegado el momento en el que pueblo de Israel debía conquistar la tierra prometida. Sin embargo, después de espiar la tierra, diez de los doce cabecillas de Israel regresaron al campamento con un informe desalentador, hablando de ciudades fortificadas y de los temibles gigantes, los descendientes de Anac. «Nosotros éramos, a nuestro parecer, como langostas», dijeron.
¿Alguna vez te has sentido así? ¿Te has visto como una langosta frente a los desafíos de la vida? En la actualidad, algunas personas muestran esta misma «mentalidad de langosta» al elegir una profesión, al afrontar un examen de ingreso a la universidad, frente a compañeros de curso, o incluso al asumir los valores de su fe. Si este es tu caso, te pido que, en el nombre de Jesús, cambies tu percepción.
En contraste con el complejo presentado por la mayoría de los espías, Caleb y Josué demostraron una confianza completa en Dios. Para estos gigantes de la fe, los hijos de Anac parecían langostas ante el Todopoderoso. Caleb dijo: «Subamos luego, y tomemos posesión de ella, porque más podremos nosotros que ellos» (Núm. 13: 30).
¿Cuáles son los gigantes que te atemorizan? ¿Miedo a hablar en público? ¿Miedo al futuro? Ora al Señor para que coloque en tu corazón la misma valentía que mostraron Josué y Caleb. ¡Levanta la cabeza! Reajusta tu perspectiva. «Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Rom. 8: 31). Nunca olvides que, en Cristo, somos más que vencedores.