18 febrero | Jóvenes

Compromiso

«Cuando alguien haga un voto a Jehová, o haga un juramento ligando su alma con alguna obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca» (Núm. 30: 2). 

Compromiso es dedicación, total consagración a una causa. Quienes están comprometidos dedican toda su vida a un ideal. En la vida cotidiana, generalmente las personas no quieren comprometerse con nada. Creo que esta podría ser la razón por la que el mundo está tan mal.

En una antigua campaña publicitaria llamada «prueba de Santo Tomás», alguien salía a las calles con una caja de detergente en polvo y ofrecía el nuevo producto a las señoras, diciendo: «¿Quieren probarlo? ¡Sin ningún compromiso!».

En ese momento, el detergente en polvo era poco conocido y nadie pensaba que pudiera ser más eficaz que el jabón en barra. Hoy en día, muy poca gente lava la ropa de la misma manera que lo hacían nuestras abuelas. Los hábitos han cambiado. El nuevo producto trajo beneficios para las amas de casa. Sin embargo, la propuesta de probar sin compromiso se ha convertido en una práctica común.

Un joven termina una relación después de seis años y dice: «No había ningún compromiso». Los contratos no se respetan. La palabra no tiene valor. Los niños no quieren someterse. Los estudiantes no quieren pagar el precio. Las personas en el trabajo no respetan el horario laboral. Algunos se casan y se separan en cuestión de semanas. Son personas que nunca han aprendido el valor del compromiso. Y jamás crecerán.

Vemos lo mismo en la iglesia. Algunas personas no respetan los votos bautismales. Mucha gente no se toma en serio la vida cristiana, pero solo hay crecimiento cuando hay compromiso. En el momento en que te comprometes, comienzas a cambiar. El compromiso absorbe tu tiempo, tus recursos, tus talentos y tu energía.

Dios considera el compromiso como algo sagrado. La Biblia deja claro que somos responsables de la santidad de nuestras decisiones. Para el Señor, es mejor tener un corazón que obedece que una boca que promete y no cumple. No es pecado hacer un voto o no hacerlo, pero una vez hecho, se vuelve obligatorio (Deut. 23: 21-23). Si has hecho un voto al Eterno, cúmplelo. Recuerda esto: solo crecemos cuando nos comprometemos.