21 febrero | Jóvenes

Lecciones del desierto

«Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová, tu Dios, estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos» (Deut. 8: 2).

El desierto es el escenario donde Dios actúa en la vida de sus hijos. El Eterno nos lleva al desierto para humillarnos, probarnos y brindarnos comprensión. Moisés sabía bien de lo que hablaba, ya que pasó mucho tiempo en el desierto. Seguramente has escuchado que la vida de Moisés se dividió en tres períodos de cuarenta años: cuarenta años aprendiendo enseñanzas humanas en Egipto, otros cuarenta desaprendiéndolas en el desierto y aprendiendo de Dios, y finalmente, cuarenta años liderando a un pueblo difícil y obstinado a través del desierto. Por lo tanto, pasó un total de ochenta años en el desierto. Así que podríamos decir que Moisés tiene algo que enseñarnos, ¿no crees?

Es en la escuela del desierto donde aprendemos las lecciones más profundas de la vida. La palabra hebrea para ‘desierto’ es midbar, y comparte la misma raíz que la palabra dabar, que significa «hablar». Esto es muy interesante, porque el desierto es el lugar donde habla Dios. En el desierto, el silencio es tan profundo que podemos escuchar nuestra propia respiración. Allí, Dios logra captar nuestra atención. Aprendemos a callar, a estar solos y a esperar para escuchar lo que Dios quiere decirnos.

¿Por qué nos lleva Dios a lugares desérticos? Según Moisés, el propósito es tornarnos humildes. A veces, Dios tiene que derribar a una persona para que al fin esta pueda mirar hacia arriba. Nos lleva al desierto para refinarnos y no para destruirnos.

En el desierto, Moisés tuvo que aprender que no era nadie. En Egipto, se veía a sí mismo como alguien importante, respetado y admirado. Pasaba, y todos se inclinaban ante él. Pero las ovejas no hacen esto. Se dice que son animales poco inteligentes. En el desierto, tuvo que aprender a vivir con poco. Sus ropas lujosas no encajaban con la simplicidad de su nuevo trabajo.

¿Qué hace Dios por sus hijos en el desierto? Según Deuteronomio, los cuida, protege, guarda y guía. Si estás atravesando un desierto hoy, es probable que estés pensando: «¡No puedo soportar más esto!». Sin embargo, no pierdas de vista la lección principal del desierto: ¡Dios te ama!