25 febrero | Jóvenes

Efecto bumerán

«Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, pues esto es la Ley y los Profetas» (Mat. 7: 12).

El bumerán es un artefacto sencillo que desafía las leyes de la física y atrae la atención de personas de todas las edades. Hecho de plástico o madera, se considera el primer objeto volador concebido por el ser humano y fue creado hace milenios. Algunos atribuyen su origen a los antiguos nativos de Australia, los llamados aborígenes.

Inicialmente utilizado para la caza, el bumerán va más allá de ser una herramienta de supervivencia. Se ha convertido en un deporte, con campeonatos en todo el mundo. Las modalidades incluyen: rapidez, precisión, acrobacias y, lógicamente, alcanzar la mayor distancia posible.

Sin embargo, lo más interesante de lanzar correctamente el bumerán es el hecho de que regresa a la mano de quien lo arroja. No importa si llega a una distancia de ciento veintiséis metros, récord del brasileño Robson Oliveira, el bumerán volverá a su punto de origen. Esto puede servir como ilustración de un principio fundamental de la vida: cada acción genera una reacción. En otras palabras, ¡todo lo que va, de alguna manera, vuelve!

No es necesario profundizar en la tercera ley de Newton para descubrir que nuestras acciones e incluso nuestras palabras tienen efectos significativos, tanto para bien como para mal. El «pan» que arrojamos a las aguas de la existencia tarde o temprano regresará a nuestras manos, al igual que un bumerán (Ecle. 12: 1). El apóstol Pablo utilizó otra metáfora para describir esta experiencia. Dijo: «No os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará» (Gál. 6: 7). En la ley celestial, la causa y el efecto son asuntos serios.

Jesús dejó claro cómo debe ser la ética de los ciudadanos del reino de Dios: «Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Mat. 7: 12). ¿Quieres sonrisas? Entonces sonríe. ¿Quieres abrazos? Entonces abraza. ¿Quieres ser amado? Entonces ama. Jesús nos brinda la oportunidad de iniciar un ciclo de bendiciones que, de alguna manera, siempre volverá a nosotros.

A diario lanzamos «bumeranes» en la escuela, en la iglesia, en Internet o en nuestra propia casa. ¿Qué tipo de impacto han tenido tus palabras y acciones en la vida de los demás? Recuerda, si siembras cosas buenas, cosecharás paz.