26 febrero | Jóvenes

Respeta los límites

«Porque yo te mando hoy que ames a Jehová, tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado» (Deut. 30: 16). 

El día estaba agradable, y el paseo transcurría normalmente. Una pareja de polacos, junto a sus hijos de cinco y seis años, admiraba las bellezas de Cabo da Roca, una atracción turística que se encuentra a unos treinta kilómetros de Lisboa. Es un acantilado situado junto al mar, a una altitud de ochenta metros, que recibe a miles de visitantes todos los años.

Con el fin de obtener un mejor ángulo para una selfi, la pareja sobrepasó el límite de protección y terminó perdiendo el equilibrio, cayendo hacia el vacío en el inmenso acantilado. Los hijos pequeños presenciaron el trágico accidente. Debido a la inestabilidad geológica del terreno, se activó un helicóptero y unos catorce bomberos para la recuperación de los cuerpos. Fue un día de mucha tristeza, fruto por unas muertes de causa extremadamente banal.

Los límites están ahí para protegernos. Por eso, Dios dejó en su Palabra diversas «señales de tráfico» que nos alertan sobre el peligro de cruzar la línea entre lo correcto y lo incorrecto. Son reglas que indican hasta dónde podemos llegar en nuestra relación con Dios, con el prójimo y con el mundo que nos rodea. Si obedecemos estos mandamientos divinos, estaremos seguros.

Recuerdo que en los cultos al atardecer en casa, cuando era niño, recitábamos de memoria los Diez Mandamientos (Éxo. 20: 1-17). Muchos cristianos hoy en día ni siquiera conocen la ley de Dios y afirman que ya no es necesaria. Al actuar de esta manera, traspasan la barrera de protección y quedan vulnerables a los ataques del pecado.

Cuando Dios dice «No cometerás adulterio», por ejemplo, nos está advirtiendo de muchos problemas, como la desfiguración de su imagen en nosotros. El Creador nos ha concedido el don de la procreación y la capacidad de experimentar placer sexual. Sin embargo, cuando esta intimidad se practica fuera del matrimonio, solo lleva a confusión y al alejamiento de Dios.

¿Cómo has manejado los límites en esta área de tu vida? Cuida tus pensamientos, miradas e intenciones (ver Mat. 5: 28). Busca la pureza y clama al Espíritu Santo por liberación. Recuerda que «sin santidad, nadie verá al Señor» (Heb. 12: 14).