28 febrero | Jóvenes

Cajita de promesas

«Reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado ni una sola de todas las bendiciones que Jehová, vuestro Dios, os había dicho; todas se os han cumplido, no ha faltado ninguna de ellas» (Jos. 23: 14). 

Hace algunos años, durante el culto de viernes de noche en casa, mi hijo Rafael sorprendió a todos al tomar mi billetera y decir: «Papá, ¿podemos leer la cajita de promesas hoy?». Fue difícil continuar sin soltar algunas carcajadas. Para rematar el show nuestro hijo menor, al mencionar su versículo favorito, dijo: «Ganarás un juguete y jugarás con él». Confieso que ante tal creatividad, ni siquiera encontré las palabras necesarias para llamar su atención. Pero tuve que explicarle que esa promesa no estaba en la Biblia y mucho menos cabía en mi billetera.

La Biblia está repleta de promesas hechas por el Padre del cielo. Él no se cansa de amar y de hacernos felices. Algunos dicen que hay alrededor de siete mil quinientas promesas en el libro sagrado. Cada una de ellas es una declaración de amor y un recordatorio de que no estamos desamparados en este rincón del universo.

¿Conoces las promesas de Dios? ¿Sueles memorizarlas? A lo largo de los siglos, han transformado millones de vidas. Como vitaminas para el alma, las promesas divinas han alentado a los tímidos, consolado a los tristes y ofrecido esperanza a los perdidos. Me gusta el texto de Números 23: 19: «Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Acaso habla, y no lo hace? ¿Acaso promete, y no lo cumple?».

Puede que te sientas desanimado por la vida, triste por lo que está sucediendo en casa, en la escuela o en el trabajo. ¡No olvides que hay un Padre de amor que cuida de ti! ¡Mira las promesas del Señor!

Recuerdo a un estadounidense llamado Garth que, a los cuarenta y cuatro años, fue diagnosticado con cáncer en un estado avanzado. Los médicos le dieron solo un 8% de posibilidades de vivir cinco años más. Sin embargo, el mayor temor de Garth era no ver a su hija Emma graduarse de la escuela secundaria. Entonces, comenzó a escribir notas en servilletas y las colocaba en el táper de su hija. En los años siguientes, Garth escribió ochocientos veintiséis mensajes y se los dio a Emma, como promesas de amor eterno.

Esta es solo una pálida idea de lo que Dios hace por ti también. Él ha dejado promesas hermosas, escritas con amor, lágrimas y sangre.