13 marzo | Jóvenes
«Y Sansón juzgó a Israel veinte años» (Jue. 16: 31).
La historia de Sansón es una de las más asombrosas y, al mismo tiempo, tristes de la Biblia. El joven hebreo lo tenía todo para convertirse en un gran líder de Israel, reconocido por su fuerza en la lucha contra los filisteos. Sin embargo, desperdició grandes oportunidades entregándose a la lujuria y el placer.
Nazareo desde el vientre, Sansón debía mantenerse alejado del vino, los cadáveres, las carnes impuras, y no podía cortarse el cabello. Si cumplía este voto ante Dios, sería agraciado con el don de la fuerza física. Y no era una fuerza común, como la de un levantador de pesas, por ejemplo. Sansón se convirtió en un auténtico superhombre, capaz de cargar puertas gigantescas, capturar cientos de zorros y derrotar a un ejército entero, todo impulsado por el Espíritu Santo.
En hebreo, la palabra ‘Sansón’ significa «pequeño sol». Un hermoso significado para el hombre más fuerte del mundo, ¿verdad? Sin embargo, el melenudo de Israel tenía un punto débil: sus ojos brillaban al ver a las filisteas. Dios había advertido a los hijos de Israel que no se casaran con mujeres extranjeras, ya que podrían pervertir su corazón. Sin embargo, el «pequeño sol» de Israel cedió a la influencia «infrarroja» del pecado.
La «criptonita» de la seducción socavó las fuerzas del superhombre de Israel, convirtiéndolo en el más débil de los mortales. Elena G. White escribió: «El que es dominado por sus pasiones es un hombre débil. La verdadera grandeza y nobleza del hombre se mide por su poder de someter sus sentimientos, no por el poder que tienen sus sentimientos de vencerlo a él» (Mensajes para los jóvenes, pág. 292).
Después de entregarse en brazos de Dalila, Sansón perdió su cabello, su fuerza y los últimos vestigios de consagración. Al quebrantar su voto, el sol de Israel se apagó. Con los ojos vaciados (se los sacaron los filisteos), solo le quedaba una oportunidad: mirar al Creador del Sol. En su última aparición, en el día de la fiesta de Dagón, Sansón oró pidiendo fuerzas al Señor. Graciosamente, el Padre de las luces escuchó su petición y le otorgó fuerzas una vez más. Ese día, Sansón mató a más enemigos que en toda su vida y venció a su adversario más grande: él mismo.
Sansón podría haber hecho mucho más si hubiera sido fiel al Señor. ¿Y tú? ¿Qué necesitas dominar para ser más útil para Dios?