14 marzo | Jóvenes
«Porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios» (Rut 1: 16).
Las providencias de Dios son incomparables. No existen coincidencias, todo es providencia. Para el hijo de Dios, nada es obra del azar. El Eterno trabaja tras las bambalinas y no se detendrá hasta cumplir su voluntad. Alguien dijo que las providencias de Dios son como las letras hebreas. Solo puedes entenderlas si las lees de atrás hacia delante.
La historia transcurre en Belén. No había rey en Israel. Cada uno hacía lo que le parecía correcto. Comenzó una hambruna que llevó a la familia de Elimelec a emigrar a un país vecino. En tierra extranjera, el significado de su nombre era un sermón constante: «Mi Dios es Rey». Pero Elimelec desaparece en el tercer versículo, ya que la muerte no tuvo en cuenta sus planes.
El libro continúa con dos mujeres que deben tomar una decisión. Orfa decide regresar a su casa y su nombre desaparece de la Biblia. Rut elige a Dios y su decisión la coloca en el linaje real. De ella descenderá el Mesías. Nunca podría haberse imaginado lo que le deparaba el futuro. «Mira hacia delante, serás tatarabuela de Jesús, que nacerá en Belén. A través de ti, Israel recibirá al Señor». No cabía tamaña esperanza en su mente. Si alguien le hubiese dicho que ese era su destino, sin duda no lo creería.
Desde el punto de vista humano, una historia que comienza con hambre, muerte, dolor y lágrimas no puede terminar bien. Es lo que pensamos. Aparentemente, Dios había fallado, pero él puede usar las circunstancias adversas para bendecir nuestra vida.
Varias veces, cuando observo situaciones difíciles, me sorprendo cuestionando el cuidado de Dios por mí. Sin embargo, he madurado lo suficiente para ver que el Señor ha sido fiel conmigo. He recibido mucho de sus manos; no merezco tanta bondad. Cada día comprendo un poco mejor que la historia aún no está completamente contada. Los créditos finales aún no han aparecido.
Hoy sabemos cómo termina la historia del libro de Rut. El desenlace revela que Dios está haciendo mil cosas que desconocemos. Él va por delante de todo lo que hacemos; es el Señor de nuestra historia.
¡Que ninguna dificultad, grande o pequeña, determine tu futuro! Las luchas de hoy pueden convertirse en tus mayores bendiciones.