25 marzo | Jóvenes
«Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir» (Mat. 25: 13).
En el día 3 de julio del 2019, dos turistas fueron sorprendidos. Un brasileño y un italiano visitaban una isla al norte de Sicilia (Italia), en la región del volcán Estrómboli. Aunque pequeño, este volcán es considerado uno de los más activos del mundo. Esa debería haber sido solo una expedición más. El día estaba perfecto para una buena escalada. Cielo despejado, sin viento y sin señales de tormenta. El dúo escalaba la montaña con el objetivo de llegar a la cima y bajar al fondo de la adormecida caldera. En un momento de la ascensión, mientras uno de ellos filmaba, el ruido de una pequeña explosión llamó su atención.
De uno de los puntos de la caldera, comenzó a salir humo. Lo que al principio parecía solo un derrumbe de rocas, en realidad era una erupción volcánica repentina. No hubo tiempo para que los centros de monitoreo emitieran señales de alerta. Los minutos siguientes fueron de puro pánico. ¡Qué terrible coincidencia! En pocos segundos, el volcán lanzó cenizas que alcanzaron kilómetros de altura. Con cada ráfaga de lava expulsada al aire, la nube de humo se volvía más grande y peligrosa. En poco tiempo, la lava roja comenzó a descender por la montaña hacia la pequeña aldea de Ginostra. Desafortunadamente, uno de los turistas perdió la vida en la montaña; el otro sobrevivió y relató todo lo sucedido.
Esta historia ilustra el escenario del fin de los tiempos. Aunque varios signos anuncian el pronto regreso de Jesús, el día de este gran evento sigue siendo un misterio de Dios. De hecho, no solo es desconocido el día del regreso de Jesús, sino también el día de la muerte de cada persona. Esto significa que necesitamos una vigilancia redoblada. Vigilar es necesario para evitar ser sorprendidos y perecer. Esto es algo muy serio, ya que nada en el mundo es previsible de hecho. El mal siempre está buscando una oportunidad para sorprendernos.
El consejo sabio y prudente de la Palabra de Dios es «Velad». Desconocemos cuándo nos podría traicionar la codicia, cuándo buscará confundirnos el corazón, o incluso cuándo alguien intentará engañarnos. El futuro es desconocido, pero Dios es el Señor de la historia. No porque el mundo parezca descontrolado significa que Dios no tiene el control. Confía en él y haz tu parte.