26 marzo | Jóvenes
«Su nodriza lo tomó y huyó, pero mientras huía apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo. Su nombre era Mefi-boset» (2 Sam. 4: 4).
La vida no ocurre por casualidad. Nadie nace sin el permiso de Dios. Mariana llegó a esta conclusión cuando, después de mucho intentarlo, finalmente quedó embarazada. En el hospital de Florida, le hicieron firmar varios documentos. Había una alta probabilidad de que el niño naciera con síndrome de Down. Le informaron que la ley le permitía abortar si así lo deseaba. Pero en su interior, ella oró a Dios diciendo: «Si nace con este síndrome, aun así será mi bebé».
En la tercera ecografía, la sala de exámenes se llenó de médicos. Luego llegó la noticia: «Su hija no tendrá síndrome de Down, pero tiene una mancha en el cerebro, un coágulo. No hay nada que podamos hacer». Mariana quedó devastada. Esa fue una larga noche, sin dormir y llena de lágrimas. A la mañana siguiente, desesperada, llamó a su padre y le pidió que orara a Dios para que ella aceptara la situación.
Su padre se negó: «¡Hija mía, voy a orar por un milagro! No pediré menos. ¡Nada es imposible para Dios!». El padre también le instó a cambiar el nombre del bebé: «En el pasado, Dios cambió los nombres de personas y el rumbo de sus vidas. ¡Cree!».
Mariana clamó a Dios por misericordia y, durante dos semanas, olvidó por completo el asunto (ver Isa. 49: 15). En la siguiente ecografía, ¡ninguna señal del tumor! La niña «sin esperanza» recibió un nuevo nombre. Victoria nació sana y hasta hoy es perfecta y saludable, para la alegría de todos.
A diferencia de la pequeña Victoria, la vida de Mefi-boset, desde los cinco años en adelante, parecía un completo fracaso. Quedó huérfano temprano y vivía escondido, temiendo la persecución y la muerte. Por orden del rey David, finalmente salió de la «cueva». La bondad de Dios lo alcanzó. Durante mucho tiempo, su vida había estado centrada en un defecto físico. En su mente, era un «príncipe mendigo», un perro muerto y lisiado (2 Sam. 9: 8). No obstante, Dios deseaba transformar esa perspectiva y orientarlo hacia los planes que el Cielo tenía para él.
Mefi-boset y Mariana son ejemplos de «imposibles» de la vida. Sin embargo, Dios los recompensó con bendiciones inmerecidas. ¿Todavía tienes dudas de que él puede amarte tal como eres y alcanzarte sin importar las circunstancias? ¡Cree! Dios se especializa en los casos «imposibles».