30 marzo | Jóvenes
«Entonces Jesús les dijo: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo”» (Mat. 26: 38).
¿Qué haces cuando estás triste? ¿Lloras? ¿Piensas en la razón de tu tristeza? ¿O intentas esconder y olvidar ese sentimiento? Generalmente, tenemos tendencia a hacer todo lo posible para que la tristeza se vaya y no regrese nunca más. Después de todo, a nadie le gusta alimentar sentimientos negativos que nos dejan «por los suelos».
Pero ¿sabías que la tristeza puede tener sus beneficios? Es una señal roja de la mente que indica que algo se ha perdido o que estás herido emocionalmente. Es como una fiebre, que actúa como respuesta natural del cuerpo en la lucha contra invasores. De la misma manera, la tristeza sirve como una advertencia de que algo no va bien y de que es necesario buscar ayuda.
Aunque sea difícil enfrentar la tristeza, es necesario hacerlo. No se puede esconder debajo de la «alfombra del alma», fingiendo que todo va bien. Expresar este sentimiento puede implicar dejar que las lágrimas fluyan, buscar la compañía de alguien, o pedir apoyo emocional a un amigo. Cuando damos lugar a estas emociones y vivimos su proceso, la recuperación puede producirse mucho más rápidamente.
¿Eres una persona que expresa fácilmente la tristeza, o sueles fingir que todo va bien? Recuerda que la fuerza emocional no significa reprimir los sentimientos, sino percibirlos y expresárselos a las personas correctas en busca de ayuda.
Incluso Jesús no dudó en compartir con sus discípulos cuán triste estaba aquella noche en el Getsemaní. Como ser humano, el Salvador abrió las ventanas de su corazón a sus amigos más íntimos: Pedro, Santiago y Juan, y reveló toda su vulnerabilidad. Bajo las más crueles tentaciones, Jesús no permaneció prisionero de sus propios sentimientos, sino que expuso su angustia tanto a Dios como a los hombres. Sin embargo, en lugar de simpatía, encontró de parte de ellos sueño y silencio.
Como el «Varón de dolores» (Isa. 53: 3), Jesús soportó la tristeza en su nivel más extremo. Esto significa que él conoce tus dolores emocionales y comparte contigo el secreto para vencer. No tengas miedo de decir que estás triste. Verbalizar y llorar son los primeros pasos hacia la curación. Jesús ya ha recorrido ese camino. Él te comprende. Si el llanto te acerca a Jesús, esa tristeza habrá valido la pena.