3 abril | Jóvenes
«Respondiendo Jesús, le dijo: “Dicho está: ‘No tentarás al Señor tu Dios’ ”» (Luc. 4: 12).
El lanzamiento del Cybertruck de Tesla dio mucho de qué hablar. Robusto y resistente, este automóvil puede considerarse casi un tanque de guerra. Desarrollado para ser versátil, es una camioneta muy resistente y, al mismo tiempo, llena de tecnología y comodidades. La propuesta del automóvil es ofrecer, ante todo, seguridad para quienes lo adquieran.
Su lanzamiento era muy esperado por el público, que llenó el auditorio. Miles de personas en todo el mundo siguieron en directo el evento. El dueño de la empresa, el multimillonario Elon Musk, presentó entusiasmado las características de su vehículo a una audiencia emocionada. Según el guion, el clímax de ese espectáculo sería el lanzamiento de una pesada esfera de hierro contra el vidrio blindado del vehículo. El gran momento llegó.
Sin embargo, se produjo un fiasco. El empleado lanzó la esfera y los vidrios se rompieron, como sucedería con cualquier otro automóvil. El blindaje no era lo que Musk pensaba. El resultado fue marketing adverso. Lo inesperado y las formas excéntricas del automóvil se convirtieron en memes en Internet. Parece que el exceso de confianza ese día perjudicó el lanzamiento, algo nada bueno para sus fabricantes.
En la vida espiritual, puede suceder algo similar. Debemos confiar en Dios y en sus promesas, pero no deberíamos poner demasiada confianza en nosotros mismos. Mientras estuvo en esta tierra, Jesús nos mostró lo que es una existencia llena de fe y libre de presunción.
Durante cuarenta días en el desierto, fue confrontado por la tentación. En el segundo intento, el enemigo sugirió que el Señor se lanzara desde el pináculo del templo. La propuesta fue más o menos así: «Puedes hacerlo; eres el Hijo de Dios. Demuéstraselo a todo el mundo. Haz un espectáculo glorioso para toda audiencia. Los ángeles te sostendrán, y todos aplaudirán». El Rey de la gloria y de la humildad actuó como siempre, de la manera correcta. Rechazó la autoexaltación y dejó al enemigo con las manos vacías. Así es como debemos comportarnos también nosotros.
No tengas miedo de actuar para glorificar a Dios. Haz cosas grandiosas para el Señor. Pero nunca intentes impresionar a las personas atrayendo la gloria hacia ti. En el primer caso, actuarás con fe; en el segundo, con presunción. Blindados por la verdadera confianza en Dios, los vidrios de tu vida permanecerán intactos.