6 abril | Jóvenes
«Otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego que me excuses”. Y otro dijo: “Acabo de casarme y, por tanto, no puedo ir”» (Luc. 14: 19-20).
Dios invita a todos a ser parte del reino celestial, pero no todos tienen su reino como prioridad. Un hombre rico preparó un gran banquete. Sin embargo, en el día de la celebración, nadie se presentó. Uno tenía un compromiso familiar y el otro uno de índole financiera. Cada uno tenía una excusa. Muy decepcionado, el dueño de la fiesta ordenó a uno de los siervos: «Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos» (Luc. 14: 21). Curiosamente, aquellos eran los marginados y despreciados por esa sociedad, mientras que los invitados de honor no mostraron ningún interés en unirse.
Esta parábola retrata la invitación que Dios hace a toda la humanidad: las bodas del Cordero. Desafortunadamente, algunos aceptan y otros no. De alguna manera, la frase tiene sentido: «Quien quiere encuentra una solución; quien no quiere encuentra una excusa».
Cuando Jesús le pidió a Zaqueo que bajara del árbol, el recaudador de impuestos encontró una solución. Cuando los cuatro hombres querían llevar a su amigo paralítico ante Jesús, encontraron una solución y lo bajaron por el techo. Cuando faltaba comida para la gran multitud, los discípulos intentaron poner excusas para despedir a toda esa gente, pero Jesús encontró una solución y multiplicó cinco panes y dos peces. Cuando María quería ungir los pies de Jesús con perfume puro, encontró una solución para obtener el costoso perfume y usó su propio cabello para secar los pies del Señor. Cuando la cruz pesaba sobre los hombros de Jesús, Simón de Cirene encontró una solución para ayudarlo hasta el Calvario. Cuando Jesús estaba entre dos ladrones poco antes de expirar, uno blasfemó mientras que el otro se humilló y encontró una solución para pedir perdón por sus errores.
Mucha gente siempre está dispuesta a dar excusas vacías para tratar de eludir sus responsabilidades. Afortunadamente, por otro lado, también hay mucha gente que asume su papel y no rehúye el deber. Incluso en medio de las dificultades, estas personas encuentran una solución para cumplir con su parte y no dejan para después lo que debe hacerse en el momento. ¿Y tú? ¿Cómo te comportas ante los desafíos de la vida, especialmente los espirituales? ¿Das excusas y finges que no va contigo? ¿O reconoces tu parte, buscas el poder de Dios y encuentras una solución para hacer lo que se espera? Oro para que siempre estés listo para asumir tus responsabilidades y cumplir la misión que Dios pensó para tu vida.