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Virtudes

Hospitalidad

«Una mujer importante que allí vivía le invitó insistentemente a que se quedara a comer» (2 Reyes 4: 8).

No sabemos el nombre de esta mujer. Lo que sabemos es que ella tenía un don: la hospitalidad. Eliseo no pertenecía a su círculo de amigos o a su grupo de la iglesia. Ni siquiera sabía que él era un profeta; solo un viajero que pasaba por su ciudad y en quien ella vio a alguien que necesitaba descansar y comer. El versículo continúa: «Cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer» (versículo 8).

La sunamita reconoció las bendiciones que Dios había derramado en su vida. Sabía que Dios nos bendice para que podamos ser una bendición para los demás. La hospitalidad debería ser parte de nuestra vida diaria, «porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles» (Hebreos 13: 2).

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