Lección 1
ESTUDIEMOS
Génesis 1: 1-19, 26-31 y, mientras lees el relato bíblico, anota las frases o palabras que te llamen la atención
«En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1: 1). Estas siete palabras (escritas en hebreo) que forman la primera frase de las Escrituras prefiguran los siete días del proceso de la Creación. Dios preparaba el lugar perfecto para sus hijos, quienes serían la corona de dicho proceso. Mediante su palabra, traía su hogar a la existencia, y mientras lo hacía también expresaba cómo iban saliendo las cosas y la calidad de lo que estaba creando. Desde el segundo día en adelante, la expresión «era bueno» aparece al completarse la obra de cada día, lo que significa que Dios estaba feliz de ver cómo estaba quedando el hogar ideal para «sus bebés». Cada día comienza con «dijo Dios», y termina con «fue la tarde y la mañana». Cada día, Dios pronunciaba una orden, y el relato recalca lo que se cumplía con cada una de ellas mientras se acercaba más y más «el día»: aquel cuando sus hijos formarían parte de la creación.
Y entonces… ¡Llegó el momento! Dios estaba a punto de crear a sus hijos, a sus bebés. A partir de ahora, todo sería diferente. El universo cambiaría para siempre. El hogar estaba listo y el día había llegado. En ese momento crucial, Dios hace una pausa y celebra un concilio divino antes de crear a la humanidad. Mientras la Trinidad dialoga, podemos vislumbrar lo excepcional y único de la ocasión: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre» (Génesis 1: 26). «Hombre» (adam) es un sustantivo colectivo para referirse a la humanidad, como explicaremos más adelante en Génesis 1: 27. Dios lo ha considerado y ha decidido tener hijos. Casi puedes imaginarte a un esposo y su esposa conversando íntimamente en la mesa de la cocina y tomando la decisión más importante de sus vidas: «Tengamos hijos».
Los hijos de Dios serían creados a su imagen: «Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza» (Génesis 1: 26). Los seres humanos llevarían la imagen y semejanza de Dios; serían como es Dios, pero no idénticos a él; a su imagen y semejanza, pero no dioses. Dios había tomado la decisión. En Génesis 1: 26 escuchamos su voz en primera persona. Entonces el narrador, de manera poética, informa acerca de la creación de los hijos de Dios en tercera persona y subraya el hecho de que fuimos creados a su imagen: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Génesis 1: 27). La humanidad fue creada a la imagen de su Creador soberano, quien ahora delega su soberanía en sus hijos para que gobiernen la tierra. Se les otorga la posición más elevada en todo el orden de la creación ¿Ya te estás sintiendo muy especial?
De hecho, Dios piensa que sus hijos son más que especiales. Al evaluar su trabajo creativo del sexto día, no puede llamarlo solamente «bueno», como en los días anteriores. ¡No! Las plantas y los animales son buenos, pero los hijos son ¡MUY BUENOS! «Dios miró todo lo que había hecho, y consideró que era muy bueno… ese fue el sexto día» (Génesis 1: 31, NVI). Sí, tener un jardín es bueno; tener una mascota es bueno; pero tener hijos es ¡muy bueno! Ese era el día en que ellos habían llegado a la vida y Dios lo recordaría siempre, así como tú recuerdas el día del nacimiento de tu hijo o de tu hija. ¡Fue el día más importante de tu vida! ¡Y fue muy bueno!
«Entonces dijo Dios: Hagamos a a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad sobre los peces del mar, las aves de los cielos y las bestias, sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios a a su imagen, a imagen de Dios creó a (Génesis 1: 26-27).
COMPRENDAMOS
A IMAGEN DE DIOS: En las antiguas culturas de Egipto y Mesopotamia, la designación de ser «a la imagen de Dios» estaba reservada exclusivamente para los personajes prominentes: reyes, gobernantes y oficiales reales. El relato del Génesis subraya el hecho de que Dios no hace tales diferencias. Cuando decidió crear la humanidad a su propia imagen, no estableció que algunos serían más especiales que otros. No los separó jerárquicamente o por ámbitos de poder. Cada ser humano lleva la imagen de Dios. El lenguaje real es usado para cada hijo de Dios, no importa el género, la casta o la posición social. ¡TÚ eres una hija de Dios! ¡Todos somos hijos de linaje real!
El concepto de la imagen de Dios es tan especial que aparece solo cuatro veces en las Escrituras judías y siempre en relación con la creación de la humanidad (Génesis 1: 26-27 [dos veces]; 9: 6). El verbo hebreo bara’ ('crear') es usado solamente con Dios como sujeto. Él crea hijos (hombres y mujeres [adam]) a su imagen y semejanza. Cada género es dotado con características particulares y únicas a fin de complementarse y formar una imagen completa de Dios. ¡Tú y yo hemos sido hechos a la imagen de Dios!
Solo la Creación bíblica habla de un Dios que, voluntariamente, hace al ser humano a su propia imagen para que sea parte de la familia divina. Solo la Creación bíblica presenta la historia de una suprema Deidad que, deliberadamente, crea humanos con el propósito de relacionarse con ellos. Solo la Creación bíblica enseña que los seres humanos son nombrados como representantes de Dios para gobernar la tierra.
Más adelante, Adán tendría un hijo «a su semejanza, conforme a su imagen» (Génesis 5: 3). Dios tuvo hijos a su imagen; Adán tuvo hijos a su imagen; ¡y tú tienes hijos a TU propia imagen! Tal vez ya estás comenzando a comprender el plan de redención…y eso que apenas hemos comenzado.
EL DIÁLOGO: «Entonces dijo Dios: Hagamos» (Génesis 1: 26). Este es el único «diálogo divino» en la historia de la Creación. La Divinidad está planeando crear la raza humana. «Antes de proseguir con el siguiente acto de creación, Dios formó un consejo. Esta única referencia a Dios reflexionando colectivamente antes de hacer algo, muestra la importancia de lo que Dios estaba por crear». (Hartley, Genesis [NIBC], pág. 47).
UNA SOCIEDAD ABNEGADA: Dios, que es amor y que existe en una comunión íntima de tres personas en una, iba a crear una raza a la cual apreciar y amar: la humanidad. Dios quería darle también a los humanos la capacidad de amar desinteresadamente, a fin de que pudieran comprender mejor el amor que él tenía hacia ellos. Y como Dios existe en una íntima comunión que llamamos Trinidad, él deseaba que una mujer y un hombre también pudieran existir en una íntima comunión que llamamos matrimonio: «Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne» (Génesis 2: 24). Pienso que es extremadamente importante y revelador que la palabra hebrea usada para «una» en este versículo, es la misma palabra usada en la Shema cuando describe la unidad de Dios: «Oye, Israel: Jehová, nuestro Dios, Jehová uno es» (Deuteronomio 6: 4). La Shema (palabra hebrea que significa ‘oír') que encontramos en Deuteronomio 6: 4-9, es la confesión de fe judía que se recita diariamente. Dios es un Dios que vive en comunión, así como un hombre y una mujer son una sola carne. Tal vez así, la humanidad comprendería un poco mejor el abnegado amor de Dios por ella.
REFLEXIONEMOS
¿Qué harías por tu hijo? Déjame contarte lo que mis padres hicieron por mí.
Sufrir es bastante duro; pero cuando el sufrimiento viene acompañado de soledad, es fácil caer en la desesperación. Recuerdo especialmente una Navidad muchos, muchos años atrás. Fue la época más difícil y solitaria de mi vida, una soledad fría y oscura; un tiempo de desesperación y dolor inexplicables, de ese desconsuelo que lleva mucho tiempo poderlo procesar porque los sueños mueren dolorosamente despacio. El hecho de que fuera Navidad, un tiempo de celebración, de estar juntos y en familia, tampoco ayudaba demasiado. En lo más profundo de mi alma, en ese sagrado lugar donde no permitimos entrar a nadie, me sentía SOLA, ¡terriblemente SOLA! Mis padres, que siempre me habían apoyado amorosamente, vivían en la costa este de los Estados Unidos, mientras que yo vivía en el oeste, en California. Ni mis padres ni yo teníamos suficiente dinero ese año para visitarnos en esas fechas, así que habían planeado celebrar la Navidad en Maryland; yo la pasaría sola con mis pensamientos y mis preguntas.
¡Pero entonces ocurrió algo increíble! ¡Ni en mis mejores sueños hubiera imaginado algo así! Una aerolínea decidió ofrecer pasajes solo para el día de Navidad a un precio muy económico. Pero la promoción tenía una restricción muy especial: el viaje de ida y vuelta debía realizarse en 48 horas, durante los días 24 y 25 de diciembre. Por supuesto, parecería que una visita de un día podía tener sentido para quienes viven relativamente cerca de sus seres queridos, pero, ¿quiénes cruzarían el país, volando seis horas en cada dirección, en menos de cuarenta y ocho horas? Bueno… ¡MIS PADRES lo hicieron! ¡Con gran emoción me anunciaron que ambos vendrían para pasar la Navidad conmigo! Llegarían el 24 de diciembre y regresarían en la tarde del día siguiente. ¡No puedo siquiera describir lo que sentí! ¿Cómo podían amarme tanto como para viajar semejantes distancias solo para hacerme saber que yo NO estaba sola? Nunca olvidaré esa Navidad; aún recuerdo hasta el mínimo detalle. Después de todo, no estaba sola. Había quienes me amaban y se preocupaban profundamente de mí. En ocasiones, el amor y el sufrimiento requieren de medidas extraordinarias e inesperadas. Y Dios demostraría su amor por nosotros de una manera sorprendente…
Escribe una historia de tu propia vida que te venga a la mente en este momento:
¿Cómo te sientes al saber que toda la tierra fue creada para ti?
¿Cómo te afectan las dádivas de amor y belleza que el Diseñador Maestro te ha ofrecido?
¿Qué significa para tí que Jesús te llame «HIJA»?
Repite estas palabras de la Escritura en voz alta:
«¡Fijaos qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llama hijos de Dios! ¡Y lo somos!» (1 Juan 3:1, CST).
VEAMOS A JESÚS EN LAS ESCRITURAS:
Génesis 1: 1-5 | Juan 1: 1-5 |
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. | 1 En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. |
2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. | 2 Éste estaba en el principio con Dios. |
3 Dijo Dios: «Sea la luz». Y fue la luz. | 3 Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. |
4 Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas. | 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. |
5 Llamó a la luz «día», y a las tinieblas llamó «noche». Y fue la tarde y la mañana del primer día. | 5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron. |
¿Cuántas cosas encuentras en común en ambos textos? ¿Por qué piensas que Juan eligió las palabras del Génesis para presentar a Jesús a sus lectores?
RESPONDAMOS AL MARAVILLOSO PLAN DE DIOS
Escribe un salmo de agradecimiento o una oración de gratitud a Dios por crearte a su imagen, y porque amorosamente diseñó un hermoso mundo para que sea tu hogar. Dale las gracias por amarte con un amor eterno y por prometerte que ¡NUNCA TE OLVIDARÁ! «¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? ¡Aunque ella lo olvide, yo nunca me olvidaré de ti! He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida» (Isaías 49: 15-16).
El maravilloso plan de Dios fue crear hijos A SU IMAGEN para compartir la soberanía de este mundo con ellos, para darles la capacidad de multiplicarse y llenar la tierra, y para tener comunión con ellos por toda la eternidad. Que el Soberano del universo decidiera crearnos a su imagen va más allá de lo que nuestra mente puede comprender. ¡Nos diseñó para que estemos con él PARA SIEMPRE! Sí, el Maestro nos planificó a ti y a mí. Nos asombraremos toda la eternidad de su maravilloso plan. Pero, ¡espera a ver lo que tuvo que pasar para lograr que su plan fuera un éxito!