Lección 4
ESTUDIEMOS
Levítico 25: 1-13, 23-25, 47-49, 54-55 y, mientras lees el relato bíblico, anota las frases o palabras que te llamen la atención.
Uno de los temas más intrigantes que corre a través de las Escrituras es el que se designa comunmente como «el pariente redentor». Cuando alguien estaba en crisis y necesitaba ser rescatado, su pariente más cercano podía legalmente ayudarlo. Si un hombre ya no podía hacer frente a sus deudas, tenía que entregar su propiedad o su herencia; y si esta no alcanzaba, había de venderse como esclavo para pagar su deuda. ¡Qué situación tan terrible! Pero, ¡espera! ¡Había una luz al final del túnel! El pariente más cercano podía actuar en favor de la víctima; podía comprar la propiedad y devolvérsela al dueño original, o pagar el rescate y lograr la libertad del pariente esclavizado. El pariente más cercano se hacía responsable del que había caído en desgracia. ¿Te imaginas estar en la más absoluta de las miserias porque lo has perdido todo y, de repente, escuchas que tu pariente redentor viene en camino para rescatarte?
La palabra hebrea para «pariente redentor» es Go'el. El Go'el tenía muchas responsabilidades que cumplir con su pariente en desgracia. Levítico 25 es uno de los capítulos que explica en detalle algunas de las leyes de redención. Voy a destacar cuatro de las obligaciones del Go'el, especialmente las dos primeras:
1. Redimir la propiedad que había tenido que entregar un pariente pobre. «Si tu hermano empobrece y vende algo de su posesión, entonces su pariente más próximo vendrá y rescatará lo que su hermano haya vendido» (Levítico 25: 25). Para mayor información, lee Levítico 25: 25-34.
2. Redimir un pariente que se había vendido a sí mismo como esclavo. «Si […], tu hermano que está junto a él empobrece y se vende al forastero o extranjero que está contigo, o a alguno de la familia del extranjero, después que se haya vendido podrá ser rescatado. Uno de sus hermanos lo rescatará, o su tío o el hijo de su tío lo rescatará, o un pariente cercano de su familia lo rescatará o, si sus medios alcanzan, él mismo se rescatará» (Levítico 25: 47-49). Para mayor información, lee Levítico 25: 47-54.
3. Vengar la sangre de un pariente asesinado. El Go'el haddam era el «vengador de sangre». El asesino, entonces, solo estaría seguro en una de las ciudades de refugio (lee Números 35: 12, 19-27; Deuteronomio 19: 6, 12; Josué 20: 2).
4. Aparecer en un juicio como ayuda para un pariente. El Go'el se aseguraría de que se hiciera justicia (lee Proverbios 23: 11; Jeremías 50: 34; Salmo 119: 154).
¿Puedes imaginarte a una persona en la miseria, sin propiedades, esclavizada y acusada en un juicio? ¿Puedes imaginarte su desesperación y soledad? Pero, entonces, ¿puedes visualizar su alegría y alivio cuando viera a su Go'el?
El Go'el era el redentor, la persona que le daba seguridad y hacía todo lo necesario para quitar su vergüenza y devolverle la libertad. Su pariente más cercano era su esperanza y su seguridad. Y si una persona no tenía un Go'el y lo había perdido todo, aun le quedaba una esperanza: Jehová, el Señor, quien sería su Go'el cuando llegara el año del jubileo.
¡Y es ahora cuando se pone realmente bueno!
Cuando Dios nos creó a su imagen, también se comprometió a un plan de rescate, porque él era nuestro «pariente más cercano». Él es nuestro Go'el. ¡Se comprometió a ser nuestro Rescatador!
Llena los espacios en blanco con tu propio nombre:
«Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo,. y formador tuyo,: “No temas, porque yo te redimí [verbo derivativo de Go'el]; te puse nombre, mío eres tú"» (Isaías 43: 1).
COMPRENDAMOS
GO'EL, CREACIÓN Y REDENCIÓN: Desde el mismo comienzo, los conceptos de creación y redención estuvieron vinculados. Así como una madre se compromete a rescatar a su hijo si llega a ser necesario, Dios se comprometió a rescatarnos a nosotros. Siendo que él nos creó a su imagen, se convirtió en nuestro pariente más cercano; nuestro Pariente Redentor.¡Qué concepto más fantástico y sorprendente!
Go'el es usado en las Escrituras como un nombre para describir a Dios, generalmente traducido como Redentor. Destaca sus poderosos actos de redención en favor de su pueblo (lee Éxodo 6: 6; 15: 13). Dios constantemente nos recuerda que él es nuestro «pariente redentor», nuestro Go'el; especialmente en el libro de Isaías. Y me emociona cuando me recuerda: «No temas», porque él ha cumplido su tarea de Go'el (ver, Isaías 43: 1).
¿Qué harías por tus hijos si ellos estuvieran en problemas? ¿Piensas que Dios siente lo mismo acerca de ti?
GO'EL, JUBILEO Y LIBERTAD: «Resulta claro que los miembros más allegados de la familia están obligados a actuar como el pariente más cercano. […] Si un deudor esclavizado no ha sido “redimido” por ningún otro medio provisto para él para obtener su libertad, quedará libre en el año del jubileo. […] Este lenguaje significa que la liberación en el año del jubileo posee la misma calidad que la liberación de Egipto mediante el éxodo. Cada jubileo, Yahweh actúa nuevamente como el gran Redentor de Israel» (Hartley, Leviticus, pág. 442).
El jubileo era el año agradable del Señor que ocurría una vez cada cincuenta años, siete veces siete años (cuarenta y nueve años), cuando los esclavos eran liberados, las deudas canceladas y las propiedades devueltas a su dueño original. Si alguien tenía un pariente cercano redentor (Go'el) esa liberación podía ocurrir en cualquier momento si ese pariente de sangre pagaba el rescate. Pero si este no era el caso, el Pariente Redentor celestial, Jehová, lo hacía cada cincuenta años. El Día de la Expiación, sonaba fuertemente la trompeta hecha de un cuerno de carnero (ver Levítico 25: 8-10), y todos eran liberados (en la Torá, el número siete es el número que indica redención y libertad).
Cuando se establecieron los fundamentos de los Estados Unidos de América, el sueño era que fuera la «Tierra de libertad»; que todos pudieran gozar de libertad e independencia. Como un recordatorio de aquel sueño, la Campana de la Libertad tiene grabado LEV. XXV: X. Este versículo dice: «Pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores». ¡Por eso se la llama la Campana de la Libertad!
GO'EL, EL SÁBADO Y LA REDENCIÓN DE LA PROPIEDAD: «En el Antiguo Testamento, la idea de redención está íntimamente asociada con las leyes y costumbres del pueblo israelita […]. De acuerdo con el gobierno teocrático en Israel, la tierra pertenecía a Dios, y las familias israelitas solo tenían el derecho de usar el fruto de la tierra. Si una familia perdía ese derecho porque la parcela de tierra era confiscada, o porque no tenía heredero, la parcela era devuelta a la familia en el año del jubileo, que sucedía cada cincuenta años (Levítico 25: 8-17). Antes de este año, el pariente más cercano tenía el derecho y la responsabilidad de redimir la propiedad, liquidando la deuda para que la tierra pudiera ser restaurada a su dueño original (25: 23-28)» (Knudsen, “Redeemer, Redemption", Pictorial Encyclopedia of the Bible, t. 5, pág. 49).
«Técnicamente, toda la tierra en Israel que había sido vendida, debía volver a la familia original en el año del jubileo. No obstante, Levítico 25: 25-28, hace provisión para que la persona misma o su pariente más cercano pueda comprar de nuevo la tierra antes del jubileo» (Oswalt, “Redemption of Land", Pictorial Encyclopedia of the Bible, t. 5, pág. 50).
Entonces, en un sorprendente desarrollo de conceptos, no solamente el sábado (ver Éxodo 20: 11 y Deuteronomio 5: 15), sino también el año sabático, el Día de la Expiación y el año del jubileo, serían constantes celebraciones que recordarían la redención. El Creador es también el Redentor; los cautivos y su propiedad (la tierra) son liberados por Jehová, el Señor, el supremo Go'el. Uno de los recordatorios perpetuos en los que podemos descansar sabiendo que nuestro Creador es también nuestro Redentor, es el descanso sabático (ver Éxodo 20: 11; Deuteronomio 5: 15; Mateo 11: 25-12: 8; Hebreos 4: 8-10). Aun en el cielo continuaremos celebrando esta fiesta conmemorativa que nos recordará la maravillosa redención alcanzada por nuestro Go'eí (Jesús).
REFLEXIONEMOS
Era una tarde soleada y mi madre y yo estábamos gozándola plenamente. Nos encontrábamos en un pequeño pueblo de La Pampa, Argentina, donde mis padres estaban conduciendo una serie de conferencias evangelizadoras. Mi papá era un evangelista itinerante, y los tres solíamos trasladarnos cada seis meses a una nueva localidad.
Aquella tarde, yo tenía cuatro años y mi madre había decidido hacer una excursión en bicicleta conmigo. Estábamos alojados en una humilde residencia que tenía las paredes de adobe. No había mucho que yo pudiera hacer en ese lugar, así que mi madre pidió prestada una bicicleta para llevarme a disfrutar del paisaje. ¡Yo estaba entusiasmada con el plan! Como no era lo suficientemente mayor como para manejar la bicicleta, mi madre me sentó en un pequeño asiento detrás de ella. Ella pedalearía y conduciría la excursión, y yo gozaría del paisaje. Así comenzamos. Después de haber recorrido un trecho bastante largo admirando los vastos trigales, nos hallábamos lejos del centro del pueblo. El sendero era irregular y, en un momento, comencé a deslizarme de mi asiento hacia un costado. Entonces mi madre me aconsejó enderezarme y sujetarme bien fuerte para que no me cayera. Y así lo hice. Pero entonces sucedió.
Me puse a llorar desesperadamente y mi mami no podía entender la razón de mis quejidos. Detuvo la bicicleta y me preguntó por qué lloraba. Aunque yo no podía hablar por el llanto, ella se dio cuenta de que estaba sufriendo un profundo dolor. ¿Qué estaba pasando? Aunque para ella todo parecía estar bien, yo apuntaba con mi dedo hacia mis pies. Tenía puestas una medias que me cubrían hasta las rodillas, y decidió quitármelas para ver qué sucedía. Cuando lo hizo… ¡quedó espantada! La carne de mi pie venía pegada a la media. Se podía ver el hueso blanco de mi talón, que antes estaba recubierto de carne. Cuando había tratado de enderezarme, había colocado accidentalmente mi pie entre los radios de la rueda, lo que había destrozado completamente mi pie…
Bueno, mi madre no se lo pensó dos veces. Con una energía y fortaleza que parecían venirle de lo Alto, me sentó en el asiento principal de la bicicleta, tomó el manillar y comenzó a correr por el sendero solitario para llevarme al pueblo. En las afueras estaba la única asistencia médica de la localidad: una clínica sin mucho equipo preparada para tratar solo urgencias menores. Cuando entramos, preguntó si me podían hacer una radiografía…y resultó que no había huesos rotos. Tardé casi seis meses para recuperarme y sostenerme sobre mi pie. Todavía tengo una pequeña cicatriz en el talón que me recuerda aquel tremendo día cuando mi mamá llegó a ser mi rescatadora: hizo por mí lo que yo no podía hacer por mí misma.
Escribe una historia de tu vida que te venga a la mente en este momento:
¿Por qué Jesús eligió leer este versículo de Isaías en ocasión de su visita a la sinagoga de Nazaret: «A predicar el año agradable del Señor […] (Jubileo)?» (Ver Isaías 61: 1-2; Lucas 4: 19). Realmente, ¿qué quiso afirmar Jesús cuando «comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros"» (Lucas 4: 21)?
Lee estas palabras de la Escritura y piensa en cómo te hacen libre:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor» (Lucas 4: 18-19).
VEAMOS A JESÚS EN LAS ESCRITURAS
Jesús sería el que se haría carne, llegaría a ser nuestro Hermano y nos redimiría sin dinero (ver Isaías 52: 3). Nos redimió con su sangre; vino para morir; ese fue su objetivo: pagar el rescate, porque él es nuestro Go'el. Jesús mismo declaró que ese era el propósito de su muerte, y en su declaración encontramos una palabra usualmente asociada con el Go'el y con el pago para liberar al pariente esclavizado: «porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por todos» (Marcos 10: 45, el destacado es nuestro).
«La metáfora del rescate sintetiza el propósito por el que Jesús dio su vida y define la completa expresión de su servicio. El concepto prevaleciente de la metáfora es liberar a alguien por precio, ya sea un prisionero de guerra, un esclavo o una vida decomisada; ese es el objeto de la liberación. La idea de equivalencia o sustitución, un concepto relacionado con un rescate, llegó a ser un elemento integral en el vocabulario de redención en el Antiguo Testamento. Habla de una liberación de una servidumbre o aprisionamiento, del cual un hombre no puede liberarse a sí mismo. En el contexto del versículo 45 [de Marcos 10], con la referencia al servicio del Hijo del Hombre, es apropiado encontrar una alusión al Siervo del Señor de Isaías 53, quien vicaria y voluntariamente sufrió y dio su vida por los pecados de otros. El pensamiento específico que hace referencia al rescate está expresado en Isaías 53: 10, cuando declara poner «su vida en expiación por el pecado». Jesús, como el Siervo mesiánico, se ofrece a sí mismo como ofrenda por el pecado (Levítico 5: 14-6: 7; 7: 1-7; Números 5: 5-8), en compensación por los pecados del pueblo. La liberación lograda por esta ofrenda, resuelve la alienación del hombre con Dios, su condena de muerte y su esclavitud al pecado. Jesús ofrece este servicio a Dios para librar a los hombres de su deuda con él.
»El pensamiento de sustitución se refuerza por la frase calificadora: “en rescate por muchos". El Hijo del Hombre toma el lugar de los muchos, y le sucede a él lo que tendría que haberle sucedido a ellos […]. Los muchos han perdido sus vidas, pero Jesús se las retorna con su propia vida. Y con su muerte paga el precio para liberarlos» (Lane, The Gospel of Mark [NICNT], págs. 383, 384).
Ahora, leamos el versículo nuevamente, pero esta vez llena el espacio en blanco con tu nombre:
«Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por.» (Paráfrasis de Marcos 10: 45).
Jesús nos redimió a nosotros y a nuestra tierra; por eso la Tierra Nueva será establecida aquí mismo. ¡Volveremos a donde comenzamos en Génesis 1! Dedica un momento para leer el último capítulo de la Biblia: Apocalipsis 22.
¡Sí! Jesús cumple todas las responsabilidades del Go'el. ¡Alabado sea Dios por nuestro Pariente Redentor!
RESPONDAMOS AL MARAVILLOSO PARENTESCO DE DIOS
Escríbele una carta a Dios. Háblale de tu impotencia para salvarte a ti misma y de tu decisión de confiar en su capacidad de rescatarte debido a que él es tu pariente más cercano. Cuéntale las cosas que has perdido pero que crees que él puede redimir para ti. No olvides agradecerle su fidelidad en rescatarte para que tengas vida eterna, y exprésale tu asombro por las extraordinarias noticias de que él es tu pariente más cercano. ¡No es solamente tu Dios y Salvador, sino también tu Pariente Redentor!
«Tú, Jehová, eres nuestro Padre. Redentor [Go'el] nuestro es tu nombre desde la eternidad» (Isaías 63: 16).
«Yo sé que mi Redentor vive» (Job 19: 25).
¡Yo creo, con todo mi corazón que Jesús, como nuestro Pariente Redentor, es uno de los temas más sorprendentes en toda la Biblia! De hecho, se encuentra a través de la Escritura como un hilo de oro, desde el Génesis al Apocalipsis, que va desarrollando «el misterio de la redención».
No estás destituida ni esclavizada. Aunque fuiste secuestrada, tu Rescatador te encontró. En el momento en que lo aceptas como tu Go'el y reconoces lo que ha hecho por ti, ¡eres libre!
«Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres» (Juan 8: 36).