Lección 6
Mateo 27: 32-54 y, mientras lees este relato bíblico, anota las frases o palabras que te llamen la atención.
¿Cuál es el significado del versículo 52 en el relato de la crucifixión?
ESTUDIEMOS
AAhora llegamos a una parte de los Evangelios solemne y sorprendente: la crucifixión y resurrección de Jesús. ¿Por qué tuvo que morir para cumplir el maravilloso rescate? En esta lección nos centraremos primero en Mateo y después en Marcos.
Imagínate que fueras un judío del siglo I de nuestra era. Has estado esperando la llegada del líder davídico que tomará el control y establecerá su reino. Entonces viene Jesús. ¡Parece que es a quien todos esperan! Pero entonces, muere. ¿Cómo podía entender un judío, seguidor de Jesús, que su muerte era un sacrificio expiatorio por el pecado? Para la mentalidad judía, hay tres principales obstáculos que complican el asunto:
De alguna manera, Jesús tendría que explicar su muerte en una forma que ellos lo pudieran entender. Los Evangelios proponen que Jesús habló de ello a la luz de las Escrituras hebreas, usando frases y términos que explicarían su muerte como un sacrificio salvífico. Las interpretaciones más destacadas que Jesús dio de su muerte a la luz de las Escrituras en el Evangelio de Mateo son las siguientes:
1. Como el sufrimiento vicario del Siervo Doliente. Para entender esta explicación, compara Mateo 20: 28, Marcos 10: 45, Isaías 53.
2. Como un sacrificio del nuevo pacto. Para entender esta interpretación, lee Mateo 26: 27-28 a la luz de los eventos registrados en Éxodo 24: 3-8.
3. Como el sacrificio del Hijo amado. Para mayor información, lee Mateo 21: 33-45, Marcos 12: 1-10 y la historia de Isaac registrada en Génesis 22.
4. Como el sufrimiento del Justo. Esta última interpretación será el eje de esta lección. Compararemos Mateo 27: 33-54 con el Salmo 22 (te sugiero leerlo ahora mismo).
Mateo narra la crucifixión de Jesús utilizando palabras y términos del Salmo 22. Por ejemplo, considera el texto de Mateo 27: 35: «Cuando lo hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes», y ahora compáralo con Salmo 22: 18: «Repartieron entre sí mis vestidos y sobre mi ropa echaron suertes». Si sigues leyendo un poco más adelante en Mateo, encontrarás las siguientes declaraciones: «Los que pasaban lo insultaban meneando la cabeza […]. Confió en Dios; líbrelo ahora si le quiere; porque ha dicho: “Soy Hijo de Dios"» (Mateo 27: 39, 43). Si regresas al Salmo 22, encontrarás estas palabras: «Todos los que me ven se burlan de mí; tuercen la boca y menean la cabeza, diciendo: “Se encomendó a Jehová, líbrelo él; sálvelo, puesto que en él se complacía"» (Salmo 22: 7-8). Y uno más: «Perros me han rodeado; me ha cercado una banda de malignos; desgarraron mis manos y mis pies» (22: 16).
¿Te puedes creer que este salmo fue escrito mil años antes de la muerte de Jesús? ¡Qué extraordinario es que Dios inspirara a David con estas palabras proféticas! ¡Las profecías me infunden una admiración reverente! ¡Sirvo a un Dios soberano! El Salmo 22 es el salmo del «Justo sufriente». El grito de angustia proviene de uno que ha sido fiel a Dios (vers. 8-10). Citando el Salmo 22: 1, Jesús exclama: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado» (Mateo 27: 46). Jesús entendió su muerte como la de una víctima inocente, un Justo sufriente. ¡Oh, sí! ¡Jesús fue abandonado para que tú nunca lo seas!
Mateo señala que ese clamor de Jesús ocurrió cerca de la hora novena (las tres de la tarde), justamente cuando el cordero pascual era sacrificado. ¡Con razón los escritores del Nuevo Testamento establecen un vínculo directo entre Jesús y el cordero pascual!Mira lo que dice Pablo en 1 Corintios 5: 7: «Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros».
Llena los espacios en blanco con tu propio nombre:
«Mas él herido fue por las rebeliones de, molido por los pecados de; el castigo de la paz defue sobre él, y por su llagafue curada” (paráfrasis de Isaías 53: 5).
COMPRENDAMOS
ETERNOS RESULTADOS DEBIDO A LA MUERTE SUSTITUTIVA DE JESÚS: El relato de Mateo acerca de la muerte de Jesús es el más dramático de los cuatro Evangelios. Menciona que el velo del templo se rasgó de arriba abajo; que la tierra tembló y que las rocas se partieron (Mateo 27: 51). Mateo está tan ansioso de decirnos que la muerte de Jesús en la cruz es una victoria que no puede esperar hasta el domingo por la mañana. Por eso, después de informarnos de que hubo un terremoto, registra el siguiente acontecimiento: «Los sepulcros se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y después que él resucitó, salieron de los sepulcros, entraron en la santa ciudad y aparecieron a muchos» (Mateo 27: 52-53). Durante siglos se había tenido una esperanza respecto del comienzo de la era mesiánica: cuando el Rey del linaje de David comenzara su reino eterno, entonces los muertos volverían a la vida (ver Isaías 26: 19; Daniel 12: 2). Mateo está anunciando que esa era mesiánica, mediante la muerte de Jesús, ya ha comenzado. ¡Se ha ganado la victoria sobre la muerte! Cuando Adán y Eva pecaron (ver Génesis 2: 17; 3: 19), todos llegamos a ser mortales. La muerte sustitutiva de Jesús nos dio vida eterna otra vez (ver 2 Corintios 5: 21). Su muerte venció a la muerte en nuestro favor. Aquí es donde comenzamos a comprender el profundo y completo significado de la promesa en Génesis 3: 15.
«Aunque la resurrección de estos santos muertos [Mateo 27: 52], así como aquellos del Antiguo Testamento, no significaba que no fueran a morir nuevamente, de todas maneras prefiguraban la anticipada expectativa del judaísmo, de una resurrección final, cuando los muertos serán resucitados, para no morir otra vez» (Keener, IVP Background Commentary of the New Testament, pág. 128). Esta esperanza también se aplica al nuevo Israel, la iglesia de Cristo: «Mateo parece decir que, con la muerte de Jesús, la historia ha comenzado el movimiento final hacia el desenlace escatológico. Lo que está ocurriendo en ese momento en miniatura, es una anticipación, un indicio de lo que deberá ocurrir en una gran escala cósmica» (Noland, The Gospel of Matthew [NIGTC], pág. 1214).
Cuando crees en la muerte de Jesús en tu lugar, ¿qué es exactamente lo que garantiza tu vida eterna?
LA RESURRECCIÓN Y AUTORIDAD DE JESÚS. Me encanta el lenguaje que Mateo elige para la mañana de la resurrección. Comienza con otro terremoto: «De pronto hubo un gran terremoto, porque un ángel del Señor descendió del cielo y, acercándose, removió la piedra y se sentó sobre ella» (Mateo 28: 2). ¡Se sentó sobre ella! Así es el lenguaje de Mateo. Un lenguaje referido a Jesús sentándose sobre el trono, excepto que esta vez es el ángel el que se sienta sobre la piedra que cubría la tumba de Jesús. ¡La muerte ha sido conquistada! Piensa por un momento en la escena: imagínate al ángel sentado sobre la piedra que sellaba la tumba de Jesús. ¡Sentado encima de ella! Sobre la misma piedra, como diciendo: «¿Alguna pregunta?»
El Evangelio de Mateo concluye con una declaración acerca de la plena autoridad de Jesús. Antes de encomendarles la gran comisión, dice: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra» (Mateo 28: 18, NVI). «[Esta declaración] hace eco de Daniel 7: 14: “Y le fue dado dominio, y gloria y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su dominio es eterno, que nunca pasará, y su reino nunca será destruido". Es más: se refleja en la orden de ir “a todas las naciones” (vers. 19), y en la poderosa presencia de Jesús “hasta el fin del mundo” (vers. 20)» (France, The Gospel of Matthew [NICNT], pág. 1112). El hecho de que la tumba estaba vacía (ver Mateo 28: 6; Lucas 24: 1-3), es la proclamación teológica central de la resurrección para la iglesia cristiana hasta nuestros días. Significa que no se trataba de una resurrección espiritual que dejó el cuerpo en la tumba. ¡No! Tampoco se trató de la resurrección de la divinidad de Cristo mientras que su humanidad permaneció en la muerte. ¡No! Jesús resucitó en cuerpo y alma. ¡La tumba está vacía! ¡Él vive! ¡Y toda autoridad le ha sido dada!
UN CAMINO NUEVO HACIA LA PRESENCIA DE DIOS: El sistema de sacrificios prefiguraba al Redentor. Una vez al año, en el Día de la Expiación (ver Levítico 16), el sumo sacerdote traspasaba el velo al Lugar Santísimo y, mediante la sangre esparcida, los pecados del pueblo eran expiados. Cuando Jesús murió, el velo del templo se rasgó: «Entonces el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se partieron» (Mateo 27: 51). «La cortina del templo se rasgó, confirmando que, mediante la muerte de Jesús, se había abierto un nuevo camino para que se manifieste la presencia de Dios» (Strauss, Four Portraits, One Jesus, pág. 238). Esta sorprendente verdad sería explicada con más detalle en la Epístola a los Hebreos: «Así que, hermanos, tenemos libertad para entrar en el Lugar santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne. También tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios. Acerquémonos, pues, con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia y lavados los cuerpos con agua pura» (10: 19-22). ¡Sí! «En plena certidumbre de fe» mediante su sangre. Ese es el camino nuevo y maravilloso.
REFLEXIONEMOS
El plan de acción avanzó con increíble velocidad y extraordinaria eficiencia. El rescate de los treinta y tres mineros atrapados debajo de setecientas mil toneladas de roca puso fin al aprisionamiento bajo tierra de mayor duración en la historia. Todo había comenzado el 5 de agosto de 2010 cuando la mina se derrumbó dejando a los obreros aislados durante sesenta y nueve días. El mundo entero miraba con asombro y solidaridad al pueblo chileno y su gobierno, mientras los cuerpos de rescate continuaban sus incansables esfuerzos. ¿Puedes imaginarte estar viva a setecientos metros bajo tierra, sin poder hacer absolutamente nada para cambiar la situación? La ayuda solo podía llegar desde arriba; y desde allí llegó. Después de diecisiete días sin contacto con los mineros, los cuerpos de rescate recibieron la noticia de que todos estaban vivos, algo que fue inmediatamente transmitido a cada rincón del planeta. Entonces, durante cincuenta y dos días, el país puso en acción todos sus recursos para salvar a los mineros atrapados. Nunca antes se había logrado un rescate como este.
Mientras tanto, los hombres que estaban bajo la tierra solo tenían dos opciones: la fe o el temor. Ellos eligieron la fe por encima del temor. Mientras esperaban, oraban. Uno de ellos, Sepúlveda, describió su elección: «Tenía que estar con Dios o con el diablo; elegí acercarme a Dios». El 12 de octubre, una audiencia de centenares de millones de personas —incluyéndome a mí— observaba las imágenes en directo en la televisión, mientras el primer rescatador, recibido por los mismos mineros, llegaba al fondo. Poco más de veinticuatro horas después, todos, los treinta y tres mineros y todo el cuerpo de rescate, se encontraban en la superficie celebrando el acontecimiento con un gozo que no podía expresarse en palabras. «No puedo describir el gozo que todos estamos sintiendo en este momento», dijo uno de los mineros. ¡Yo misma no puedo describir lo que sentí, aunque apenas lo presenciaba por la televisión! En las entrevistas que siguieron había dos palabras que se repetían constantemente: «Todos» y «gozo». Todos habían sido rescatados: los sanos y los enfermos; los fuertes y los débiles. Todos habían sido salvados mediante el plan ideado desde arriba.
¡El Salvador del mundo vino para cumplir el plan ideado en el cielo para rescatar al mundo! ¡No es sorprendente que la palabra «gozo» se repita en los relatos de los Evangelios!
Escribe una historia de tu propia vida que te venga a la mente en este momento:
Lee estos versículos y considera cómo cada uno de los escritores de los Evangelios tiene una perspectiva única acerca de la muerte y resurrección de Jesús:
• MATEO (Lee Mateo 27: 50-53; 28: 18-20) ¡Observa cómo Mateo comienza y termina el Evangelio con la presencia de Dios! (1: 23; 28: 20). ¿Por qué es importante para mi vida diaria el lenguaje triunfante y victorioso que Mateo utiliza para describir la muerte de Jesús? ¿Necesitas que te recuerde que el ángel «se sentó» sobre la piedra?
• LUCAS (Lee el diálogo entre Jesús y el ladrón en la cruz [Lucas 23: 33-43]), y también la explicación que ofreció a los dos discípulos en el camino a Emaús respecto a que todas las Escrituras (la Ley, los Profetas y los Salmos) hablan acerca de él (Lucas 24: 19-27, 44, 45). ¿Por qué es importante saber que Jesús le prometió el Paraíso a alguien que no lo merecía? Observa que tanto el comienzo como el final de Lucas (2: 10,11; 24: 52, 53), es con gran (del griego mega) gozo, tanto por parte de los ángeles como de los discípulos.
• JUAN (Lee cómo Jesús, siendo el Dios eterno [1: 1], se hizo carne [1: 14]). Juan escribió con el propósito específico de que podamos creer (verbo usado en este Evangelio más de noventa veces) que Jesús es el Cristo y que en él tenemos vida eterna (lee Juan 20: 30-31). Uno de sus discípulos al principio no creyó; pero cuando reconoció a Jesús y lo aceptó como «Señor mío y Dios mío» (Juan 20: 26-29), Jesús pronunció una bendición que ¡te alcanza a ti! ¡No te la pierdas! (lee Juan 20: 29).
• MARCOS (Veremos cuál es su perspectiva en la siguiente sección).
VEAMOS A JESÚS EN LAS ESCRITURAS
En esta sección, quiero centrarme en la forma en que Jesús trató a la gente que fracasa, como Pedro. Hay un capítulo en el Evangelio de Marcos donde encontramos el nombre de Pedro nueve veces, más que en cualquier otro capítulo del mismo. Es uno de los momentos más significativos vividos entre Jesús y sus discípulos, y es la ocasión cuando les explica que la fiesta de la Pascua era un símbolo de su muerte. Dedica un momento a leer esta fascinante historia en Marcos 14: 22-31. Ahora debían entender que Jesús mismo era el Cordero Pascual, cuya sangre del pacto había de ser derramada en rescate por muchos (1 Corintios 5: 7; Marcos 10: 45).
Después de estas revelaciones increíbles, cantaron un himno y salieron hacia el Monte de los Olivos (Marcos 14: 26). Entonces Jesús hace el anuncio más extraño: «Todos vosotros me abandonaréis […] porque está escrito: “Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas". Pero después de que yo resucite, iré delante de vosotros a Galilea» (Marcos 14: 27-28, NVI). ¿Qué clase de Dios es este?¿Quién hace un pacto que implica dar su vida en rescate por los suyos cuando ya sabe que le van a fallar? En una de las más increíbles declaraciones paralelas registradas en la Biblia, Jesús está diciendo que su sangre del pacto será derramada y, al mismo tiempo, está diciendo que sus propios discípulos lo abandonarán. Entonces continúa diciéndoles: «Pero después de que yo resucite, iré delante de vosotros a Galilea» (vers. 28). ¿Qué? ¿Todavía querrás vernos, aunque hayamos fallado? Realmente, ¿qué clase de Dios eres tú, Jesús?
Y entonces aparece Pedro. «Bueno, Jesús, puede ser que alguno de los discípulos más debiluchos necesiten un Salvador así, tú sabes, para gente que fracasa. ¡Pero yo soy Pedro, y a mí no me va a pasar! ¡Seguro que no!» (la versión bíblica está registrada en Marcos 14: 29, 31). Pero Jesús conocía a Pedro mejor que él mismo: «Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú, esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces» (vers. 30). ¡Lo negaría rotundamente! ¡Así de decisivo sería su fracaso!
Puedes leer la terrible negación y el fracaso de Pedro en Marcos 14: 66-72. El registro termina con una descripción de la desesperada situación de Pedro: «Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba» (vers. 72). Sí, Pedro le había fallado a Jesús, como muchos de nosotros. Marcos no menciona nuevamente a Pedro durante la crucifixión y sepultura de Jesús; como si ya no mereciera formar parte de la historia. Pero Marcos nos dice algo que ningún otro evangelista registra en la mañana de la resurrección: «Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: “No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo"» (Marcos 16: 5-7, el destacado es nuestro). ¿Te das cuenta? ¿Te has fijado en las dos palabras? ¡El que había fracasado es llamado por su nombre! Jesús no quería que Pedro pensara que había sido excluido. Su sangre había cubierto inclusive su rescate, y yo estoy convencida de que también ha cubierto el mío.
Llena el espacio en blanco con tu nombre para recibir su seguridad:
«Decid a sus discípulos, y a que él va delante de vosotros […]; allí le veréis como os dijo».
RESPONDAMOS AL MARAVILLOSO RESCATE DE DIOS
¿Alguna vez le has escrito una canción a Dios? Bueno, ahora tienes la oportunidad. Se nos dice que el sacrificio de Jesús para redimir a la humanidad será el tema de un «cántico nuevo» a través de la eternidad: «Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, lengua, pueblo y nación; nos has hecho para nuestro Dios un reino y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra"» (Apocalipsis 5: 9-10). Así que comencemos a cantar. Alaba y glorifica a Jesús (el Cordero de Dios) por rescatarte y por darte la seguridad de que, mediante él, tendrás la vida eterna.
Esta es la historia de nuestro Creador y Redentor y la sorpresa de amor más grande de todos los tiempos. Sorprendió a Adán y Eva. Sorprendió a la serpiente engañadora. Sorprendió a los fariseos. Sorprendió a los discípulos. Incluso sorprendió a los ángeles. Y nos continúa sorprendiendo a todos nosotros hasta el día de hoy. ¡El engañador pensó que le había ganado la partida a Dios! ¡Nunca pensó que el amor ganaría la partida! ¡Incluso los seres humanos pensaron que estaban más allá de los límites de la redención! Pero, «cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5: 20). Tal vez hayas escuchado esta historia anteriormente. Quizá sea la primera vez. Sea como fuere, cuando contemplas el inesperado rescate de los hijos de Dios, llegas a asombrarte de su amor y su pasión por sus hijos, y quedas maravillada por su amor.