Lección 9
Mateo 24: 1-14; 29-31, y Apocalipsis 19: 11-16 y, mientras lees el relato bíblico, anota las frases o palabras que te llamen la atención.
¿Cuál es la parte más sorprendente de la descripción de la segunda venida de Cristo?
ESTUDIEMOS
El último libro de la Biblia es la revelación de Jesucristo como nuestro Redentor supremo, victorioso sobre el secuestrador. El libro se presenta como el «descubrimiento» de Jesús: «La revelación de Jesucristo, que Dios le dio para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. La declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan» (Apocalipsis 1: 1, el destacado es nuestro). En este libro el secuestrador es desenmascarado: «Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero» (12: 9). ¿Recuerdas la serpiente que engañó a los hijos de Dios en Génesis 3? Sabemos exactamente quién es y cómo terminará.
Esta revelación de Jesús (apokalupsis, que significa ‘revelar’ o ‘destapar') es el mensaje final de la Biblia. Está escrita en estilo apocalíptico, un género narrativo que utiliza visiones y símbolos para contar la historia del plan de salvación desde una perspectiva «cósmica». Relata asuntos del pasado, del presente y del futuro (lee Apocalipsis 1: 19). Este género literario era muy común en el tiempo en que el Nuevo Testamento fue escrito. En muchos sentidos, este libro es una síntesis de toda la Biblia. En sus más de cuatrocientos versículos hace más de quinientas alusiones al Antiguo Testamento. Esto significa que el autor usa los principales temas de la historia de la salvación (por ejemplo, las plagas y el éxodo, el exilio y Babilonia) para demostrar y anunciar la victoria de nuestro Redentor sobre el mal. Este libro fue escrito para animar a los fieles que se encontraban bajo circunstancias difíciles. Juan anuncia a sus lectores que el enfrentamiento final entre nuestro Redentor y el secuestrador es inminente. Y si ellos mantienen hasta el final su fe en el Cordero que fue inmolado, pasarán la eternidad con Dios. Es un libro de adoración; contiene dieciséis escenas importantes de adoración, donde el cielo y la tierra prorrumpen en cantos de exaltación y alabanza a Aquel que ha logrado la victoria mediante su sangre.
La mayor parte del libro de Apocalipsis trata acerca de la espera del emocionante momento cuando nuestro Go'el vuelve para llevarnos consigo. ¿Te imaginas tener que esperar durante un largo, largo tiempo para ver a tus hijos de nuevo? Nuestro Go'el vino a este mundo la primera vez para pagar nuestro rescate. Su nacimiento y su muerte son narrados en los Evangelios. Su muerte en la cruz fue el momento en que fuimos liberados. Su vida perfecta, muerte y resurrección aseguran vida eterna para todos los que aceptan el rescate pagado por nuestro Go'el en nuestro favor. Ahora, el Redentor regresa vencedor y triunfante para llevarnos al hogar con él. La descripción del evento nos deja sin aliento: «Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, en su cabeza tenía muchas diademas y tenía escrito un nombre que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre y su nombre es: La Palabra de Dios» (Apocalipsis 19: 11-13). ¡Qué cuadro triunfante de nuestro Redentor! ¡Poco se parece al Jesús sufriente, al que fue humillado y objeto de burlas! Pero en medio de tan espectacular despliegue en su segunda venida, encontramos un recuerdo del costoso rescate que pagó: está vestido de una «ropa teñida en sangre». Su sangre fue el precio y lo recordaremos para siempre.
Llena los espacios en blanco con tu propio nombre, mientras te imaginas cómo te sentirías si Jesús regresara ahora:
«Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego que vive, que ha quedado, será arrebatada juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estará siempre con el Señor» (paráfrasis de 1 Tesalonicenses 4: 16-17).
COMPRENDAMOS
EL LIBRO DE APOCALIPSIS: El último libro de la Biblia es, desde el comienzo hasta el final, la revelación de Jesucristo (ver Apocalipsis 1: 1). El autor nos conduce hasta la conclusión misma de la gran controversia entre Dios y el mal. Muestra a Jesús como victorioso quien, a pesar de la caída, fue capaz de redimir a la raza humana. ¡Sí, Dios gana! Lo que sigue es una de mis escenas favoritas de adoración en toda la Biblia donde el universo entero canta un nuevo cántico al Cordero que fue inmolado:
«Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; y cantaban un nuevo cántico, diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra"» (Apocalipsis 5: 6-10).
¡Qué majestuosa escena de adoración musical! ¡Todos están cantando acerca de lo que Cristo ha logrado! ¡Quiero unirme a ellos!
«En el primer capítulo del Apocalipsis, Dios se identifica a sí mismo, declarando: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin” (1: 8). Y en la visión final, expande esa identificación: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último” (22: 13). Alfa es la primera letra del alfabeto griego y omega es la última. Todas las demás letras están incluidas entre estas. Cualquier cosa que se escribiera debía usar las letras del alfabeto. Dios es todas las letras del alfabeto. Lo primero y lo último está delante de nosotros; la revelación es completa. Las últimas palabras de la Escritura tienen, entonces, el efecto de llegar a conclusiones bien hechas: le dan claridad y sentido a las cosas del principio y de la mitad. Lo que era desconocido en el principio e inconcluso en la mitad, ahora resulta claro y conocido. Apocalipsis tiene 404 versículos. En esos 404 versículos hay 518 referencias al resto de la Biblia. Obviamente, si no estamos familiarizados con las Escrituras, no vamos a entender el Apocalipsis. Juan tiene sus libros favoritos en la Biblia: Ezequiel, Daniel, Sofonías, Zacarías, Isaías, Éxodo. Pero quizá no hay un solo libro canónico del Antiguo Testamento al cual no haga, al menos, alguna alusión. Juan no inventó sus visiones de dragones, bestias, rameras, plagas y jinetes como resultado de su imaginación; el Espíritu le dio las imágenes de las Escrituras que él conocía tan bien. Entonces, él vio su significado bajo una nueva luz. Cada línea del Apocalipsis ha sido extraída, como de una mina, de ricos estratos de las antiguas Escrituras» (Peterson, Reversed Thunder, págs. 22-23).
LA SEGUNDA VENIDA: La segunda venida de Jesús es la gran esperanza de la fe cristiana. En su primer advenimiento vino para pagar el rescate por la humanidad. Ahora viene por segunda vez para que estemos con él para siempre. Esto significa recibir el abrazo de nuestro Creador, a quien hemos estado esperando; significa el fin del dolor y de la muerte; significa estar con nuestro Amado de nuevo, como en el principio. La descripción del retorno triunfante de Jesús nos deja sin aliento, y estoy segura de que fue difícil para el profeta encontrar el lenguaje adecuado para comunicar lo que le fue mostrado.
Al comentar Apocalipsis 19: 11-13, Ranko Stefanovic nos ayuda a captar la magnitud de la escena: «Una vez más, Juan ve el cielo abierto, como en Apocalipsis 4: 1. Esta vez, la puerta en el cielo no se abre para que entre Juan, sino para que Cristo venga a la tierra. Al Cristo guerrero, se lo ve aquí como un general romano cabalgando sobre un caballo blanco, celebrando su triunfo y su victoria […]. El Cristo guerrero tiene ojos como llama de fuego; una reminiscencia de su descripción en Apocalipsis 1: 14. Esta imagen simboliza la capacidad de Cristo para juzgar; nada permanece escondido de su vista penetrante. En su cabeza tiene muchas diademas; son las coronas de la realeza, que muestran su poder real y su autoridad para ejercer juicio. Las muchas coronas en su cabeza contrastan con las coronas del dragón en Apocalipsis 12: 3. En Apocalipsis 5, se le dio a Cristo autoridad para gobernar, pero su gobierno era limitado debido al reclamo rebelde de Satanás de tener el dominio sobre la tierra (ver Lucas 4: 6) […]. Ahora, la caída de la Babilonia del fin del tiempo, abre la puerta para el definitivo derecho de Cristo a gobernar. Él viene como “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19: 16), para suprimir “todo dominio, toda autoridad y potencia” (1 Corintios 15: 24), y para ser Rey y Señor de todos los reinos de la tierra» (Stefanovic, Revelation of Jesus Christ, págs. 551-552).
REFLEXIONEMOS
Elizabeth fue raptada de su propia cama en la ciudad de Salt Lake a la edad de catorce años. Ed Smart, su padre, fue a la televisión esa misma mañana para rogar e implorar al secuestrador que le devolviera a su hijita. Después de nueve meses, el 12 de marzo de 2003, fue encontrada a unos treinta kilómetros de su hogar. Durante esos nueve meses de búsqueda, toda la ciudad se vistió de cintas azules esperando su regreso seguro. Me sentí aliviada y agradecida cuando la hallaron. Sentí profunda emoción al ver las señales colocadas en todas partes de la ciudad celebrando su regreso. Los comercios no hacían propaganda de sus productos en los carteles anunciadores. Solo se leía: «Elizabeth: Bienvenida a casa». Sentía algo especial cuando leía esos carteles, tal vez porque ese también es mi nombre. Muchas veces me vino a la mente el día cuando me encuentre con mi Creador y Redentor. Me imaginé muchos carteles en el cielo con la misma inscripción: «Elizabeth: Bienvenida a casa».
Cuando fue rescatada, me emocionaron profundamente los sentimientos y las declaraciones del padre. Una de ellas es su respuesta a un periodista que le pidió que describiera los primeros momentos cuando supo con seguridad que Elizabeth estaba viva. ¿Cómo se puede describir tal escena? Dijo que mientras se encontraba en un vehículo de la policía con Elizabeth en sus brazos, llamó a su esposa (y sollozaba mientras relataba al periodista el diálogo con su esposa): «¡No vas a creer esto! ¡Elizabeth está viva! ¡Y está aquí en mis brazos!». Cuando se terminó la entrevista, me imaginé a Dios hablando de nosotros. Me imaginé su emoción al vernos rescatados y reunidos con él para siempre. Se me llenaron los ojos de lágrimas al imaginarme a Jesús, llamando al Padre y diciéndole mientras solloza: «¡No vas a creer esto! ¡Elizabeth está viva! ¡Y está aquí en mis brazos!». ¡Sí! ¡Vamos al hogar!
Escribe una historia de tu vida que te venga a la mente en este momento:
¿Por qué es tan importante entender que toda la Escritura señala hacia la redención lograda por Jesús, y que Dios fue revelando y desarrollando sus planes de manera progresiva?
¿Qué efecto tiene para ti saber que la cruz es la clave para la interpretación (hermenéutica) de toda la Biblia y del pacto de Dios con nosotros?
Como cristianos, aceptamos que existen dos dimensiones del reino de Dios en la tierra: la presente y la futura; el «ya» y el «todavía no». Jesús ya ha vencido a la muerte, pero esta realidad todavía no se la ve plenamente alcanzada en la tierra. ¿Cómo hace el cristiano para vivir este intermedio entre la victoria de Jesús sobre la muerte y su regreso para llevarnos al hogar?
Repite estas palabras de la Escritura en voz alta:
«He aquí que viene con las nubes: Todo ojo lo verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra se lamentarán por causa de él. Sí, Amén. “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin", dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso» (Apocalipsis 1: 7-8)
VEAMOS A JESÚS EN LAS ESCRITURAS
Jesús habló de su segunda venida y narró varias parábolas acerca de ese acontecimiento: la parábola de los siervos dejados a cargo de la casa (Mateo 24: 45-51), la parábola de las vírgenes que esperan al esposo (Mateo 25: 1-13), la parábola de los siervos que recibieron los talentos (Mateo 25: 14-30), entre otras. Él quería que nos mantuviéramos alerta, sin desanimarnos, aunque no sepamos el momento de su venida. El hecho de que nadie conoce el tiempo, se repite varias veces en unos pocos versículos: «Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre» (Mateo 24: 36; ver 24: 42; 25: 13). Jesús mencionó muchas señales de su venida para que sepamos que el día se acerca. La señal final, justo antes de su segunda venida, es que el evangelio será predicado en todo el mundo: «Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin» (Mateo 24: 14). Las señales de la venida de Cristo nunca tuvieron como propósito asustarnos sino animarnos. Todavía recuerdo cuando, con un pequeño grupo, estábamos considerando cómo las señales de su venida son como hitos en un mapa que nos indican que nos vamos acercando a nuestro destino. En ese momento, una mujer extraordinariamente positiva compartió una idea que nunca olvidaré. Le dijo al grupo que cuando sus hijos eran pequeños les encantaba visitar a sus abuelos y habían aprendido a identificar ciertos lugares o señales en el camino que les indicaban que se iban acercando. Al verlas, crecía más y más su entusiasmo al saber que su tan esperado encuentro con sus amados abuelos estaba cerca. Entonces concluyó: «¡Ese es el propósito de las señales de la segunda venida de Cristo; están allí para que reconozcamos su cercanía y nos sintamos más y más entusiasmados!». ¡Y yo creo esto con todo mi corazón! Incluso a la primera generación de cristianos, los que vieron hace casi dos mil años ascender a Jesús al cielo delante de sus ojos, la noticia de la segunda venida de Jesús les fue dada como una fuente de esperanza y gozo: «Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales les dijeron: “Galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como lo habéis visto ir al cielo"» (Hechos 1: 9-11). Esta promesa de otra venida de Jesús llegó a ser conocida como la Parusía, e inflamó de entusiasmo a la comunidad cristiana.
Una de las características más notables de aquellos que esperan a Jesús será el regocijarse con el Esposo. Analizando la parábola de las diez vírgenes, Elena G. White finaliza sus comentarios con una descripción del maravilloso e indescriptible regocijo que produce el esperado encuentro: «Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar para sus fieles seguidores. Estos han vivido en contacto íntimo, en constante comunión con Dios. Sobre ellos ha nacido la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Ahora se regocijan en los rayos no empañados de la refulgencia y gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo, pues tienen el cielo en sus corazones. Con cabezas levantadas, con los alegres rayos del Sol de Justicia brillando sobre ellos, regocijándose porque su redención se acerca, salen al encuentro del Esposo, diciendo: “He aquí éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará” (Isaías 25: 9). “Y oí como la voz de una grande compañía, y como el ruido de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: Aleluya: porque reinó el Señor nuestro Todopoderoso. Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque son venidas las bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado […]. Y él me dice: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena del Cordero". Él “es el Señor de los señores, y el Rey de los reyes: y los que están con él son llamados, y elegidos, y fieles” (Apocalipsis 19: 6-9; 17: 14)» (Elena G. White, Palabras de vida del Gran Maestro, pág. 347).
RESPONDAMOS AL MARAVILLOSO REENCUENTRO CON DIOS
Cuando los discípulos se inquietaron por algunas de las cosas que Jesús les estaba indicando, él les dio el remedio para el corazón atribulado: recordar su promesa de volver a buscarnos para llevarnos al hogar. Estas palabras fueron dichas también para nosotras.
Llena el espacio en blanco con tu nombre: Querida «No se turbe tu corazón; crees en Dios, cree también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo te lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para ti. Y si me fuere y te preparare lugar, vendré otra vez, y te tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, tú también estés. Y sabes a dónde voy, y sabes el camino» (paráfrasis de Juan 14: 1-4).
Tenemos la gran esperanza de la Segunda Venida. Será un maravilloso reencuentro con nuestro Creador y Redentor. ¡No puedo esperar para verlo! Las últimas palabras de Jesús registradas en la Biblia aparecen en Apocalipsis 22: 20, cuando el Cristo resucitado dice: «"Ciertamente vengo en breve". ¡Amén! ¡Ven, Señor jesús!».