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Aumentar el consumo de frutas, frutos secos, verduras, legumbres y cereales integrales.
Agregar ajo a la comida siempre que sea posible.
Beber de 6 a 8 vasos de agua a lo largo del día preferiblemente antes de las comidas.
Hacer ejercicio físico durante al menos 30 minutos, tres veces por semana. Usar las escaleras
en lugar del ascensor es un buen modo de hacer más ejercicio.
Dormir de 7 a 8 horas diarias.
Controlar la tensión arterial.
Controlar el nivel de colesterol en la sangre.
Dejar de fumar.
No consumir bebidas alcohólicas, ni siquiera vino. Según la OMS, cuanto menos se beba, tanto
mejor.
Reducir el consumo de sal y de grasa saturada, teniendo en cuenta que la mayor parte de la sal que normalmente se ingiere en al dieta occidental se encuentra en los alimentos procesados o elaborados. El queso es muy alto en sal y en grasa saturada (hasta el 50% o incluso más).