Ekkhardt Mueller
El dicho de Jesús en Mateo 24:36, que declara que él no sabe el día ni la hora de su segunda venida, ha intrigado por largo tiempo a los estudiosos de las Escrituras. Algunos, como R. T. France, hablan de la «notable paradoja de que “el Hijo”, quien ha de desempeñar el papel central en aquel día, no tiene conocimiento de cuándo ocurrirá».1 Y Grant Osborne la llama «una afirmación increíble».2 Otros más se han preguntado por la intención de Jesús aquí. ¿Cómo podemos entender lo que Jesús está diciendo, y su propósito?
Este pasaje difícil es parte del discurso del monte de las Olivas, en el que Jesús habla de la destrucción de Jerusalén y su segunda venida. En los vv. 29–31 se concentra en las señales celestes que preceden a su parusía y su venida. Con la parábola de la higuera y subsiguiente amonestación (Mat. 24:32-33), Jesús vuelve al asunto de la destrucción de Jerusalén y anima a sus discípulos a observar las señales de los tiempos y entender la proximidad de este terrible suceso. La generación que no habría de pasar sin que se cumplieran todas estas cosas (Mat. 24:34) sería la generación de siglo primero que conoció a Jesús y experimentaría la caída de Jerusalén.3
El pasaje, a partir del v. 36, vuelve a la segunda venida. Se mencionan con claridad la parusía (Mat. 24:39) y la venida (verbo erchomai) del Señor/Hijo del hombre (Mat. 24:42, 44). El v. 36, especie de introducción a los vv. 37–51, especifica que no se puede saber la fecha de la segunda venida.4 Trata de la ignorancia escatológica y necesidad de preparación consiguiente. Aquí va el bosquejo del pasaje:
V. 36
Afirmación: Ignorancia de humanos, ángeles y Jesús (día y hora)
Vv. 37–39
Ejemplo: Noé, el diluvio y segunda venida (días, día)
Vv. 40–41
Ejemplos: Hombres en el campo y mujeres en el molinillo
V. 42
Imperativo: Velad por la venida del Señor (día)
V. 43
Ejemplo: El dueño de casa y el ladrón
V. 44
Imperativo: Estad preparados para la venida del Hijo del hombre (hora)
Vv. 45–51
Ejemplo: El siervo fiel o infiel (día y hora, v. 50)
A lo largo de pasaje se repite el tema de saber. Según los vv. Precedentes 32-33, los discípulos debieran saber (ginóskō) de la proximidad del suceso predicho. En nuestro pasaje (Mat. 24:36–51), se pone énfasis en no saber.5 Los vv. 36–51 destacan con claridad que, aunque las señales puedan indicar la proximidad de la segunda venida, este suceso no puede ser computado. Si aun los ángeles y Jesús mismo no saben la fecha precisa, ¿cuánto menos los discípulos? En vez de tratar de computar la parusía, debieran estar siempre preparados. Por lo tanto, la idea central no es tanto la naturaleza de Cristo sino la preparación de los humanos para el mayor clímax de la historia del mundo.
Mateo 25, con las parábolas de las diez vírgenes, los talentos, y las ovejas y las cabras, continúa con este pensamiento.6 Debemos reconocer la importancia de estar preparados cuando venga Jesús para gozar del banquete de bodas. En estas parábolas Jesús indica también que habrá una demora,7 un ínterin entre su primera y segunda venidas. Además, las últimas dos parábolas muestran que no alcanza con esperar pasivamente. Los que verdaderamente aguardan participan, activamente,8 en alguna obra en favor del Maestro, y son de servicio a otros.
Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre (Mat. 24:36, NVI).
Los manuscritos griegos rezan de distinto modo Mateo 24:36. La variante más importante parece ser la omisión de la frase «ni el Hijo» en el texto mayoritario (ej. RV), y otros manuscritos y versiones, si bien está bien documentada en algunos de los manuscritos más antiguos. Es probable que en algunos manuscritos se hizo a un lado la frase «ni el Hijo» por consideraciones teológicas, a saber cómo armonizar el concepto del Dios trino y uno con una afirmación tan asombrosa.9 Sin embargo, no importa cuál forma del texto prefiera uno, en cualquier caso «sólo el Padre» sabe el día y la hora de la segunda venida de Cristo. Ya sea que uno incluya la frase «ni el Hijo» o no surge mucha diferencia, porque está automáticamente implicada.
Como se ve en el análisis precedente, el día y la hora se refieren sin discusión a la segunda venida de Cristo.10 Según el v. 36, la fecha de esta venida sigue siendo desconocida. Día y hora «fijan un momento…: juntos, el día y l ahora identifican el tiempo».11 Los términos día y hora se repiten en los siguientes versículos. Están los días de Noé (vv. 37, 38) y el día cuando Noé entró en el arca (v. 38). En el v. 42 aparece el día de la venida del Señor, y en el 44 la hora de la venida del Hijo del hombre. Es evidente que los términos se usan aquí en forma casi sinónima, y aparecen juntos otra vez en el v. 50 para describir la segunda venida.12 Si bien no menciona día y hora, el v. 48 contiene el problema de una demora. De ese modo se subraya la importancia de la Parusía y la preparación de los discípulos, y se rechaza todo intento de calcular el suceso.
Hay tres grupos que no saben el tiempo: (1) los humanos, (2) los ángeles en el cielo, cercanos a Dios y al concilio celestial, y (3) el Hijo.13 Solo Dios el Padre conoce la fecha de la Parusía. Aunque la mayoría de los intérpretes modernos acepta el pasaje tal como reza y están dispuestos a hablar de las limitaciones de Jesús,14 los intérpretes de la antigüedad recurrieron a distintas sugerencias respecto a la ignorancia de Jesús: «Orígenes, ad loc., se preguntaba si Jesús no estaría refiriéndose a la iglesia de la cual él es la cabeza. Filoxeno, ad loc., afirmó que Jesús se hizo uno con el Padre en sabiduría y autoridad solo tras su ascensión. Ambrosio, de fid. 5, 16, atribuyó la frase ‘ni el Hijo’ a una interpolación arriana. Atanasio, Contra Ar 3.42–50, sugiere que Jesús solo fingió ignorancia. Los padres capadocios (Gregorio de Nyssa y Nazianzo) pensaban que el Hijo no sabía la fecha por sí mismo sino solo a través del Padre… Crisóstomo, Hom. on Mat. 77.2, … simplemente niega que haya algo que Jesús no sepa».15 Otros sugieren que Jesús no usa aquí el término «Hijo» para referirse a sí mismo.16 Sin embargo el pasaje es bien claro y muestra que Jesús admite abierta y francamente que en esta situación su conocimiento es limitado. Esto también indica sumisión al Padre.17 Pero la sucesión de grupos desde la humanidad a los ángeles y de allí a Jesús puede indicar una progresión. Jesús vive en la mayor cercanía al Padre,18 aun si en el momento en que pronunció estas palabras no sabía el momento exacto de su segunda venida.
La cuestión es si este conocimiento limitado de Jesús pone en entredicho su divinidad y el lugar que ocupa en la Trinidad. Pensamos que no.
1. Mateo y el conocimiento de Jesús. Aunque Jesús no sabía el momento exacto de su venida, sí sabía muchos otros detalles.19 Mateo 24–25 revela que por el 31 DC Jesús conocía la futura destrucción de Jerusalén y su propia venida. Sabía que pasaría tiempo entre esa caída y la consumación final, entre su primera y segunda venidas, dándonos a conocer muchos detalles sobre las señales terrenas y cósmicas y sobre las confrontaciones religiosas. Por ejemplo, en Mateo 25:19 menciona «mucho tiempo». Estos capítulos son fundacionales para la escatología del Nuevo Testamento. Además, Jesús sabía de la futura persecución que sufriría su propio pueblo (Mat. 10:18), su propio sufrimiento (16:21; 17:12; 20:19) y traición contra él (26:34), el juicio final (10:15; 11:22; 12:36), recompensa (19:29), y su propia gloria futura (16:27). Pero su conocimiento no estaba limitado al futuro. Conocía al Padre y lo revelaba al que quería (11:27). Conocía los pensamientos de sus oyentes (9:4). Este es un conocimiento que sobrepasaba al de todos los otros seres humanos y obviamente se relacionaba con su divinidad. Pero había unos pocos elementos excluidos de su omnisciencia. Mateo 24:36 «es la afirmación más clara en el Nuevo Testamento de una limitación en el conocimiento de Jesús».20 Aun así hay que tener en mente que Jesús conocía a Dios, la humanidad y el futuro de un modo muy detallado, aun si no sabía todo.
2. Mateo y la divinidad de Jesús. En tanto que el evangelio de Juan subraya sobre todo la divinidad de Jesús y contiene notables afirmaciones a este respecto, el evangelio de Mateo no carece de afirmaciones que apuntan hacia la divinidad de Jesús. Él es el Señor/Jehová (Mat. 3:3, cf Is. 40:3). El Hijo del hombre puede perdonar pecados, lo que es un privilegio de la Deidad (Mat. 9:6). Envía a los profetas, lo que es una acción divina (Mat. 23:34–36).21 Jesús es hijo de David y sin embargo también es su Señor (22:45). Toda autoridad le ha sido dada, de modo que es omnipotente (28:18) y omnipresente (28:20). Es parte de la Trinidad, y comparte su único nombre (28:19). Por tanto, en Mateo Jesús es tanto Dios como aquel cuyo conocimiento está en algún aspecto limitado. Por lo tanto, al mencionar el conocimiento limitado de Jesús no hay que negar que sea Dios. No se debe abandonar una verdad para abrazar otra. La Biblia contiene varias paradojas,22 y parece que esta es una de ellas. Ambas declaraciones de una paradoja o aparente contradicción son ciertas y deben ser mantenidas.
3. Mateo y Jesús como ser humano real. Jesús es distinto de Dios el Padre y del Espíritu Santo, a pesar de integrar la Trinidad, por ser plenamente humano y plenamente Dios, y porque ha mantenido esas dos naturalezas después de su encarnación. Claro, su naturaleza humana ahora es la de una resurrección glorificada. Mateo deja en claro que Jesús es un ser humano real, aunque fue concebido por el Espíritu Santo. Lo aclara al integrar a Jesús en la genealogía de Mateo 1 y por mencionar su nacimiento.
Por cuanto era plenamente humano, tuvo hambre como nosotros (Mat. 4:2). Necesitaba beber (27:48), descansar (8:20), dormir (8:24), y tener casa (13:36). Fue tentado por Satanás (4:1–11). Como ser social, se acompañaba con otros (9:10, 11). Sentía compasión (9:36; 20:34). Oraba a Dios (14:23) y cantaba (26:30). Se chasqueaba (17:17), y entristecía hasta la muerte (26:38), cuando no tuvo el apoyo emocional de sus discípulos (26:42, 45); se sentía vacío y abandonado por Dios (27:46). Por último, murió (17:23; 27:50).
Como ser humano, sujeto a las necesidades físicas, emocionales y mentales de la humanidad, y participando de su fragilidad, Jesús temporariamente se vació de ciertas prerrogativas divinas (Fil. 2:6–8; Mat. 20:23)23 y se subordinó al Padre que lo envió (Mat. 10:40; 15:24).
4. Mateo y las limitaciones de Jesús. Por lo tanto, como ser humano Jesús tenía distintas limitaciones.24 Nuestro pasaje, Mateo 24:36, sugiere que la omnisciencia de Jesús tuvo limitaciones. Al leer el resto del evangelio, también notamos que su omnipresencia tenía limitaciones, aunque se la afirma al final del evangelio después de su resurrección (28:20). Lo mismo parece aplicarse a su omnipotencia (26:53). Osborne escribe: «Jesús es el Dios hombre, y como tal es pleno Dios y pleno hombre. Esto implica limitaciones en su estado encarnado. Al caminar por el planeta Tierra no era omnipresente y limitó su propia omnipotencia y omnisciencia».25 Robert Mounce señala que «así como la omnipotencia de Dios no se ejerció en la escena de la tentación (4:1–11), así su omnisciencia está velada en un área específica».26 Los comentadores explican que la ignorancia de parte de Jesús durante su encarnación debiera verse en sentido favorable, como prueba de su genuina naturaleza humana.27
Mateo 24:36, pasaje difícil que menciona la ignorancia de Jesús con respecto a la fecha de su venida, fue pronunciado durante su encarnación como ser humano, y necesita ser entendido desde esta perspectiva. El evangelio de Mateo afirma tanto la divinidad como la humanidad de Jesús aun en el período en que vivió en la tierra, pero muestra que, debido a su encarnación, existían ciertas limitaciones en la vida de Jesús que fueron eliminadas después de su resurrección (Mat. 28:18, 19). Por tanto, el pasaje no puede ser usado para negar la divinidad de Jesús ni excluirlo de la Trinidad.
De todos modos la observación que hace Jesús no es el propósito principal de su argumento. El centro de interés en Mateo 24:36–51 es la fecha desconocida de la segunda venida y nuestra reacción a ella. Si Jesús no conocía esta fecha, nosotros no debiéramos tratar de calcularla.28 En su lugar debiéramos vivir en constante preparación, esperando con gran sentido de anticipación y gozo la segunda venida.
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1 R. T. France, The Gospel of Matthew, The New International Commentary on the New Testament (NICNT) (Grand Rapids, MI: Wm B. Eerdmans Pub. Co., 2007), 939.
2 Grant R. Osborne, Matthew, Zondervan Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2010), 903.
3 Richard M. Davidson, «What Did Jesus Mean by “This Generation”?», en Interpreting Scripture: Bible Questions and Answers, Biblical Research Institute Studies, vol. 2, ed. Gerhard Pfandl (Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2010), 289–292, contra Daniel Patte, The Gospel According to Matthew: A Structural Commentary on Matthew’s Faith (Filadelfia, PA: Fortress Press, 1987), 341.
4 John Nolland, The Gospel of Matthew: A Commentary on the Greek Text, The New International Greek Testament Commentary (Grand Rapids, MI: Wm B. Eerdmans Pub. Co., 2005), 990.
5 V. 36: Los ángeles y Jesús no saben (oida) el día ni la hora; v. 39 la mayoría de los antediluvianos no supieron (ginōskō). V. 42: la fecha de la segunda venida no se puede saber (oida). V. 43: sabed que la venida del ladrón no se puede calcular (ginōskō). V. 50: el siervo no sabe el día ni la hora cuando viene su señor (ginōskō).
6 David Hill, The Gospel of Matthew, The New Century Bible Commentary (Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Pub. Co., 1990), 326, 327.
7 R. T. France, Matthew, Tyndale New Testament Commentaries, rev. ed. (Grand Rapids, MI: Wm B. Eerdmans Pub. Co., 1990), 351.
8 Ibíd., 352.
9 Alexander Sand, Das Evangelium nach Matthäus, Regensburger Neues Testament (Leipzig: St. BennoVerlag, 1986), 498. France, Matthew, Tyndale New Testament Commentaries, 347; David L. Turner, Matthew, Baker Exegetical Commentary on the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2008), 589.
10 Nolland, 991.
11 Ibíd., 990.
12 Véase además Mateo 25:13, donde reaparecen ambos términos. Son inclusivos, de modo que el argumento de que los meses o los años o unidades menores de tiempo son permisibles está equivocado.
13 Algunos sugieren que «Hijo» representa «Hijo de Dios» (France, Matthew, NICNT, 940) mientras que otros proponen que significa «Hijo del hombre», lo que de hecho aparece en el mismo párrafo (v. 44). Donald A. Hagner, Matthew 14–28, Word Biblical Commentary 33B (Dallas, TX: Word Books, Publisher, 1995), 716.
14 Ej. Hill, 323, 324; Turner, 589; Heinrich August Wilhelm Meyer, Critical and Exegetical Handbook to the Gospel of Matthew, Meyer’s Commentary on the New Testament 1 (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1983), 427.
15 W. D. Davies y Dale C. Allison, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to Saint Matthew XIX-XXVIII, The International Critical Commentary on the Holy Scriptures of the Old and New Testaments, vol. 3 (Edinburgh: T. & T. Clark, 1997), 379.
16 Hill, 324.
17 Davies y Allison, Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to Saint Matthew, 378, citando a P. W. Schmiedl.
18 France, Matthew, NICNT, 940: «La estructura del dicho coloca a “el Hijo” por encima de los ángeles, superado solo por el Padre».
19 Osborne, 903.
20 France, Matthew, Tyndale New Testament Commentaries, 347.
21 Thomas R. Schreiner, New Testament Theology: Magnifying God in Christ (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2008), 193.
22 Ej., un único Dios en tres personas; estar ya salvo y no estarlo completamente; lavar las ropas en la sangre del Cordero.
23 Se llama a esto kenosis; France, Matthew, NICNT, 940. Esta «acepta la plena divinidad del Hijo pero sostiene que por el período de su encarnación ciertos atributos divinos (en este caso omnisciencia) fueron voluntariamente dejados de lado». V.a. Hagner, 716. Stanley J. Grenz menciona «limitaciones temporarias», en cuanto a localización y en poder. Theology for the Community of God (Grand Rapids: Wm B. Eerdmans Pub. Co., 2000), 277.
24 Cf. Gerald O’Collins, Christology: A Biblical, Historical, and Systematic Study of Jesus (Oxford: Oxford University Press, 1995), 121. Thomas C. Oden amonesta contra posiciones extremadas, tales como que «Jesús no sabía más que el judío promedio de sus días». The Word of Life, Systematic Theology, vol. 2 (Peabody, MA: Prince Press, 1998), 89.
25 Osborne, 903, 904.
26 Robert H. Mounce, Matthew, New International Biblical Commentary (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1991), 229.
27 Turner, 589; Mounce, 229; Augustine Stock, The Method and Message of Matthew (Collegeville, PA: The Liturgical Press, 1994), 374.
28 Elena G. de White, El evangelismo (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 164.