Algunos intérpretes cristianos reconocen correctamente que la Sabiduría en Proverbios 8 representa a Jesucristo. La Sabiduría en Proverbios 8 es la hipóstasis de la Sabiduría divina, y tiene una existencia independiente. Esta Sabiduría es una persona celestial y Co-Creadora con Yahvé.1 La Sabiduría estaba aquí antes del principio de la creación y se refiere a Jesucristo. La Sabiduría asume las mismas prerrogativas reservadas en otros lugares solo a Yahvé: dadora de la vida y de la muerte (Prov. 8: 35-36); fuente de gobierno legítimo (Prov. 8: 15-16); a quien hay que buscar, encontrar e invocar, así como amar (Prov. 8: 17); fuente de revelación (Prov. 8: 6-10, 19, 32, 34; 30: 3-5); y dadora de riqueza (Prov. 8: 18-21).
La Sabiduría del libro de los Proverbios es la dadora de seguridad (Prov. 1: 33), se construye un templo como corresponde a una deidad de su estatus (Prov. 9: 1) y utiliza la autoproclamación divina: «Yo soy la Sabiduría», de forma similar a «Yo soy Yahvé» (o, como en el antiguo Oriente Próximo, «Yo soy Ishtar»), ya que esta forma retórica está reservada a la divinidad en las Escrituras (Prov. 8: 12; Eze. 12: 25; 35: 12; Zac. 10: 6; Mal. 3: 6). La Sabiduría es una figura divina y habla como una divinidad.
El pasaje poético de Proverbios 8: 22-31 contiene una frase que utiliza un lenguaje de nacimiento, por lo que se plantea la pregunta: ¿Ha nacido Jesús como la Sabiduría según Proverbios 8? El texto afirma
El Señor me formó [qanani] desde el comienzo, antes de crear cualquier otra cosa. Fui nombrada [nissakhti] desde la eternidad, en el principio mismo, antes de que existiera la tierra. Nací antes de que los océanos fueran creados [kholalti], antes de que brotara agua de los manantiales. Antes de que se formaran las montañas, antes que las colinas, yo nací [kholalti]. (Prov. 8: 22-25, NTV).
Compárese con la traducción de la RVR1995:
Jehová me poseía [qanani] en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve [nissakhti] la primacía, desde el principio, antes de la tierra. Fui engendrada [kholalti] antes que los abismos, antes que existieran las fuentes de las muchas aguas. Antes que los montes fueran formados, antes que los collados, ya había sido yo engendrada [kholalti].
Véase también la traducción de la TLA del mismo pasaje:
Dios fue quien me creó [qanani]. Me formó desde el principio, desde antes de crear el mundo. Aún no había creado nada cuando me hizo [nissakhti] nacer a mí. Nací [kholalti] cuando aún no había mares ni manantiales.
Nací [kholalti] mucho antes de que Dios hiciera los cerros y las montañas, la tierra y sus paisajes.
Recuerda que cada traducción es ya una interpretación del texto. El significado de diferentes términos clave en nuestro texto estudiado es el siguiente:
Es significativo que la raíz del verbo hebreo nsk III solo aparezca en Proverbios 8: 23 y Salmo 2: 6. El Señor dice en este poema de la realeza: «“Yo he puesto [nsk III] mi rey sobre Sión, mi santo monte”. Yo publicaré el decreto [khoq]; Jehová me ha dicho: “Mi hijo eres tú; yo te engendré [yalad] hoy”» (Sal. 2: 6-7). El verbo hebreo nsk III es lenguaje técnico de instalación y significa «establecer», «nombrar» o «instalar». Las traducciones de la Biblia NVI, RVC, por ejemplo, lo traducen correctamente: «“He establecido [nsk III] a mi rey sobre Sión, mi santo monte”. Yo proclamaré el decreto [khoq] del Señor: “Tú eres mi hijo”, me ha dicho, “hoy mismo te he engendrado [yalad]”» (NVI). Este vocabulario único de Proverbios 8 y Salmo 2 utiliza «engendrar» como lenguaje técnico para describir la instalación formal de la realeza en un nuevo cargo. Se trata, pues, de un lenguaje metafórico, un símbolo, o mejor dicho, una expresión idiomática hebrea. Aquí no se puede tomar el lenguaje literalmente.
El significado se vuelve transparente: «El Señor me estableció [a la Sabiduría] al principio de sus tareas» NBE. Proverbios 8 se refiere a un momento de su instalación en su oficio de «comunicación» al principio de la creación de Dios de otros seres. Jesucristo en ese momento asumió el nuevo papel, a saber, ser el Comunicador o Mediador entre la Deidad y el resto de su creación. Jesús asumió voluntariamente esta función de mediación.
La Sabiduría afirma en Proverbios 8: 30-31: «Yo estaba allí, como arquitecto [‘amon], y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo, jugando por el orbe de su tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres» (BJ). El mismo texto aparece en la NTV de la siguiente manera: «era la arquitecta a su lado. Yo era su constante deleite, y me alegraba siempre en su presencia. ¡Qué feliz me puse con el mundo que él creó; cuánto me alegré con la familia humana!». La palabra hebrea ‘amon significa «maestro artesano», «obrero», «artista» o «arquitecto». La Sabiduría es descrita como el maestro artesano, es decir, el Co-Creador con Dios, siempre a su lado y con él y regocijándose juntos en el trabajo creativo.
En resumen, Jesucristo es una hipóstasis de la Sabiduría («hipóstasis» significa descripción de un ser divino real). Jesús es una Sabiduría personificada, una persona divina, no literalmente «engendrada» o «nacida» (lenguaje poético). Proverbios 8 se refiere al momento de la instalación de Cristo en un nuevo oficio de comunicación, a su papel mediador. Describe un tiempo, en algún momento de la eternidad pasada, cuando Jesús fue «puesto» o «instalado» (nsk III) en esa función de Mediador. El Padre y Jesús eran miembros iguales de la Deidad como Co-Creadores y cuando el Dios Triuno comenzó a crear, entonces se decidió entre los tres miembros de la Deidad que Jesús asumiría el papel de Comunicador entre el Trío Celestial y todo el mundo de la creación. La Sabiduría es la contrapartida divina de Yahvé. Así pues, Jesús ha asumido el papel de mediador entre la Deidad y la humanidad.
Así, Jesucristo es el Mediador que nos comunica la voluntad de Dios. Elena G. de White declara poderosamente que si este papel fuera asumido por el Padre, se llevaría a cabo de la misma manera:
Si Dios el Padre hubiera venido a nuestro mundo y morado entre nosotros, humillándose, velando su gloria, para que la humanidad pudiera contemplarlo, la historia que tenemos de la vida de Cristo no habría cambiado […] En cada acto de Jesús, en cada lección de su instrucción, debemos ver, oír y reconocer a Dios. Para la vista, para el oído, es en efecto la voz y los movimientos del Padre. Pero el lenguaje es débil. Juntamente con Juan exclamo: «Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios. ¡Y lo somos! Por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él».2
__________
1 Para más detalles, véase Richard M. Davidson, «Proverbs 8 and the Place of Christ in the Trinity», Journal of the Adventist Theological Society 17/1 (primavera 2006): pp. 33-54.
2 Elena G. de White, A fin de conocerle (Asociación Casa Editora Sudamericana, 1964), p. 340.